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Cuando lo clásico era innovador

El Sánchez-Pizjuán registra una leve bajada de público. La costumbre de jugar en Europa resta algo de expectación en las fases de grupos.

el 07 nov 2014 / 09:55 h.

SEVILLA FC 14-15 La afición del Sánchez Pizjuán, durante el partido ante el Standard. Foto: Manuel Gómez. Las clásicas obras de arte que encandilan al ser humano hasta el punto de ser capaz de esperar horas y horas en la puerta de un museo para contemplarla muy de cerca unos minutos siempre fueron rompedoras e innovadoras cuando fueron concebidas. Un clásico se hace, nunca nace. Recordemos los grandes escultores griegos, los pintores renacentistas o los escultores del barroco. En su día rompieron los moldes del arte, fueron llamados locos y no se les consideró clásicos hasta bien pasados unos años. El peso y el poso de la historia suelen ser infalibles. Ahora imaginemos que tenemos la oportunidad de tener en nuestra casa un cuadro de Veláquez o una escultura de Miguel Ángel. ¿La miraríamos con la misma admiración, curiosidad y devoción al cabo de unos años que como lo hicimos el primer día? Seguramente no. Pues algo similar me pasa con la cabeza cuando a pocos minutos de que empiece el partido del Sevilla ante el Standard de Lieja veo que las gradas presentan un descenso de público, puede que proporcional a la bajada que ha experimentado el mercurio de los termómetros. Es decir, sólo un poco. La rutina del Sevilla de jugar casi todos los años una competición europea, y además levantar cuatro títulos continentales, puede que haya mal acostumbrado a la afición. El sevillismo podría estar habituado a tener en su salón la Piedad de Miguel Ángel, pero no la disfrutaría seguro como el primer día. Incluso algún insensato la usaría para dejar el abrigo. Algo parecido pasa con la ya habitual Liga Europa. Los sevillistas la adoran, es la Copa que les cambió la vida y así se lo hicieron ver a Unai el pasado año en Estoril. No es una crítica. Dios me libre, pero muchos demoran su presencia en el estadio hasta los encuentros de postín. Esos de las grandes noches europeas. Anoche no era una de esas citas marcadas en rojo aunque un despiste ante el Standard podía complicar la clasificación y subir de forma innecesaria la presión para los dos partidos que restan. No era un partido de glamour aunque la importancia era tremenda. El Sevilla es un habitual en Europa y quiere seguir siéndolo sin olvidar quién es y de dónde viene. Hace años, no lo olviden, un partido europeo en Nervión era innovador. Ya es un clásico. Como el arte.

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