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Cuando los vecinos comandan la locomotora del cambio

San Jerónimo se encomienda a la puesta en valor del conjunto del monasterio

el 08 dic 2014 / 12:00 h.

BARRIO DE SAN JERONIMOLa plaza de la Media Luna reposa su pasado reivindicativo. En la memoria de quienes toman el sol sobre uno de sus bancos están las imágenes de la multitudinaria manifestación con la que los vecinos de San Jerónimo-Alamillo dijeron «no» a la construcción de una mezquita en un solar próximo a las viviendas de la Papachina. «No era racismo. Era alzar la voz contra la falta de servicios que teníamos y que, con respeto, estaban antes que un templo, sea mezquita o iglesia», recuerda con templanza Antonio, que aguarda la hora de ir a recoger a su nieto a la puerta del colegio Buenavista. En paralelo a la celebérrima plaza, la calle Mejillón bulle comercialmente mientras evidencia a cada paso su cara más olvidada en un acerado mellado de losas y con continuos desniveles: «Esto necesita un arreglo integral. Vienen y arreglan lo más gordo, pero eso no es», señala Fátima, que viene de realizar la compra en un mercado «tercermundista» en la calle Boquerón. Asegura que tienen una plaza de abastos «lamentable» y que «necesita un cambio de imagen». No es la única que lo dice. Juan, tendero de la calle Navarra, otra arteria principal, pide «ayuda para los negocios y comerciantes, que son los que dan vida al barrio». El paseo por la calle Cataluña conduce a uno de los puntos estratégicos de San Jerónimo. No hay lugar desde el que no se vea «la Giralda del barrio», como le llaman cariñosamente sus vecinos. El monasterio sigue en obras. Bueno, más bien la parte en la que está proyectado el centro cívico. En la entrada que lleva a la biblioteca municipal, un grupo de mujeres charla amigablemente. Ellas conocen bien el barrio y también cómo potenciar sus recursos. «Tenemos un monasterio que es único, con historia y patrimonio, que junto al Huevo de Colón en el Alamillo y el cementerio de los ingleses se podría trazar una ruta turística», expone Carmen, mientras se dirige hacia los nuevos parques abiertos recientemente en paralelo al río y junto a las naves de Renfe. Por allí se bifurca el tráfico del acceso norte por las avenidas de San Jerónimo y José Galán Merino: «Mucho ruido y sin movimiento en los terrenos de las naves», se quejan otros vecinos.  

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