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Cucharas con fundamento

Once colegios abren sus comedores escolares en verano para niños en riesgo de exclusión social a los que no solo se les alimenta

el 28 jul 2014 / 11:00 h.

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15956980 Llegan las vacaciones escolares y en la mayoría de las casas surge una pregunta: ¿qué hacemos con los niños? Pero lo que en familias normalizadas responde a un problema de conciliación de la vida laboral y familiar, en aquellas en riesgo de exclusión social con los padres en paro, sin ingresos y residentes en zonas especialmente vulnerables es una cuestión de garantizar, por un lado, una alimentación adecuada que sin ayuda no sería posible y también, reconocen los padres, de evitar que los pequeños «estén en la calle» con lo que ello conlleva en determinadas zonas de barrios como el Polígono Sur, Torreblanca, Cerro-Amate y en poblados chabolistas como El Vacie. La apertura de los comedores escolares durante el verano para estos niños forma parte del Plan Extraordinario de Solidaridad y Garantía Alimentaria incluido en el Decreto de Lucha contra la Exclusión Social aprobado por primera vez por la Junta el año pasado y que este curso se repite. Una iniciativa que la propia Defensora del Pueblo Español, Soledad Becerril, ha aplaudido e instado a otras comunidades a imitar ante los efectos de la crisis en la sociedad en general y en los menores, en particular. En Sevilla, los comedores escolares abren este verano en once centros (55 en toda Andalucía) para atender a más de un millar de niños (unos 5.000 en la comunidad). Son gestionados por entidades sociales que en muchos casos, como ocurre con la Asociación Entreamigos del Polígono Sur, llevan años trabajando en el barrio y engloban el proporcionar una alimentación sana y completa a los menores (desayuno y almuerzo) dentro de un programa más ambicioso de Escuela de verano en el que se continúa el trabajo socioeducativo que durante el año se hace con estos niños (aunque las plazas son limitadas) y que incluye ocio constructivo, actividades deportivas y de convivencia y, en el caso de los más mayores, refuerzo educativo si han suspendido asignaturas. Entreamigos gestiona las escuelas de verano que se desarrollan en los colegios Andalucía y Manuel Altolaguirre del Polígono Sur, a las que acuden hasta el 14 de agosto 250 niños de entre 3 y 16 años procedentes de todos los centros escolares del barrio. El programa de la Junta está dirigido a niños de Infantil y Primaria si bien Entreamigos tiene también 40 plazas para alumnos de Secundaria de los institutos de la zona gracias a la colaboración del Banco de Alimentos y las becas que ofrece la ONG Educo. Las plazas son limitadas y Arturo, responsable de Entreamigos, reconoce que se quedan muchos fuera y hay lista de espera, pues durante el curso llegan a trabajar con 700 alumnos. Son los servicios sociales comunitarios quienes estudian cada caso y se tienen en cuenta los ingresos de la familia, si los padres trabajan o no y si tienen cubiertas las necesidades básicas. Además, se exige a los padres que acrediten el empadronamiento de los niños en el barrio correspondiente así como documentación sobre su escolarización y vacunaciones obligatorias. Loli tiene dos hijos de siete y tres años y medio «y un sobrino de 13 años que también lo tengo yo», subraya. Lleva más de dos años en paro por lo que actualmente no cobra nada y reconoce que la escuela de verano le viene «muy bien, porque por lo menos los niños comen caliente». Durante el curso, ambos tienen bonificado el 100 por cien del comedor escolar y «cuando van a los talleres también les dan la merienda» (el plan de garantía alimentaria también contempla garantizar tres comidas al día a los escolares). Reconoce que es una gran ayuda y admite su suerte porque «no todos los colegios tienen esto». Y tiene una reclamación, en este caso para la Consejería de Educación que gestiona el servicio de comedor escolar durante el curso académico: que esta posibilidad se extienda también a los institutos, porque «hay muchos niños que no tienen ni para el desayuno siquiera». Tania acude a recoger a su hija Conchi, de 5 años, que ha sido la encargada de entregar al maestro Rubén –uno de los profesores en prácticas de la escuela de verano del colegio público Andalucía– el regalo de cumpleaños que los más pequeños le han hecho durante la mañana: una cartulina con la silueta de sus manos pintada con témperas. Tania tiene cuatro hijos aunque «uno se lo ha llevado de vacaciones un familiar» y si bien reconoce que «gracias a Dios de comer no me falta porque todo lo que gano es primero para eso», admite que la escuela de verano es un gran alivio para una familia en la que los únicos ingresos que entran son los de su marido «cuando le sale alguna chapuza». Pero sobre todo, Tania valora que gracias a la escuela de verano «los niños están entretenidos, se distraen». Sara, una de las monitoras de los de Primaria, señala que los padres tienen una respuesta muy positiva a esta iniciativa «porque son conscientes de que es evitar que los niños estén en la calle», algo que en las zonas de atención preferente no siempre es recomendable y sus vecinos lo saben. Las escuelas de verano que Entreamigos gestiona en los dos colegios del Polígono Sur se estructuran de manera diferente según los grupos de edad. De 8.30 a 9.00 todos toman el desayuno (hay niños que entran a las 10.00 pero deben venir desayunados de casa) y en el caso de los más pequeños, entre 3 y 5 años, hasta las 12.00 realizan manualidades y juegos en el centro y al mediodía salen al patio a bañarse en una piscina hinchable antes de pasar al comedor a las 13.30 para almorzar. Los de Primaria, entre 6 y 12 años, realizan actividades en el centro hasta las 11.00 de educación en valores y ocio educativo con una temática que este año se centra en África (cada grupo es durante toda la escuela de verano una tribu, como los masais o los bosquimanos) para inculcar el respeto a la diferencia cultural. A partir de esa hora, de lunes a jueves acuden a la piscina del complejo Blanco White. Los viernes toca gynkhana en el centro o juegos cooperativos. De regreso al centro toman el almuerzo mientras los pequeños van terminando y son recogidos por sus padres. Los de Secundaria, que en este caso son alumnos de los institutos Polígono Sur y Romero Murube, siguen clases de refuerzo educativo si les han quedado asignaturas mientras que los que lo han aprobado todo participan en un campus deportivo con baloncesto, fútbol y voleibol en el polideportivo municipal y también realizan visitas y actividades culturales para terminar con el almuerzo en el mismo turno que los de Primaria. Conchi es una de las cocineras y monitoras encargadas de servir las comidas, entre ellos a sus propios hijos de 14 y 16 años. En las escuelas de verano del Polígono Sur la comida la sirve el cátering Abre caminos, surgido precisamente de la asociación Entreamigos para ofrecer una vía de inserción laboral a mujeres desempleadas del barrio, como Conchi, que tras realizar cursos de cocina en éste, comenzó a trabajar durante el curso en el comedor escolar de uno de los colegios del Polígono Sur y en el estío, en las escuelas de verano. Defiende la elaboración natural de las comidas que toman los alumnos y el equilibrio en la dieta. Arturo añade que algunas verduras y frutas proceden de unos huertos ecológicos que también tiene la asociación dentro de sus proyectos en el barrio y que cultivan vecinos del mismo. Irene es una de las monitoras de los pequeños y se confiesa implacable a la hora de que se tomen la fruta. «Hoy el melocotón en almíbar ha costado pero yo por lo menos no dejo que se vayan sin tomar un trozo», dice. No obstante, confiesa que ha notado que, curiosamente, en el Polígono Sur «el cuchareo entra más fácil que en otros centros, comen bastante bien». Pucheros y guisos son frecuentes en el menú de las escuelas de verano ya que se busca que los niños hagan comidas equilibradas y además aprendan a comer de todo. En las escuelas de verano de Entreamigos en el Polígono Sur trabajan 30 personas entre monitores, profesores, cocineras y también voluntarios. Arturo deja claro que siendo importante dar el desayuno y la comida, el programa es una actividad integral (también en el resto de escuelas de verano) que satisface necesidades básicas pero también enseñar a comer una alimentación equilibrada que muchos no ven en casa donde están a base de bocadillos y completarlo con actividades socieducativas que en su caso no son más que una labor de continuidad con la que realizan con estos niños durante el curso. En todos los centros donde la Junta de Andalucía abre los comedores en vacaciones para las escuelas de verano se desarrollan actividades lúdicas y formativas que incorporan además el desayuno y el almuerzo de estos niños de familias en riesgo de exclusión social.

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