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Cultur.gal: cultura, fiesta, industria

Madres, padres: ¿qué escalofrío les recorre cuando el niño -o la niña- anuncia que lo suyo es el arte? ¿Qué pánico cuando comunica que pinta, compone, filma o escribe, y pretende costearse los pucheros con su labor creativa?

el 15 sep 2009 / 19:44 h.

Madres, padres: ¿qué escalofrío les recorre cuando el niño -o la niña- anuncia que lo suyo es el arte? ¿Qué pánico cuando comunica que pinta, compone, filma o escribe, y pretende costearse los pucheros con su labor creativa? Estudia, aprueba unas oposiciones, en tus ratos libres: los progenitores del mundo avalan esta costumbre. E iniciativas como Cultur.gal, la Feria Gallega de las Industrias Culturales, la desmienten: en su segunda convocatoria ha reunido a más de 35.000 personas durante cuatro días en Coruña, centrados en la difusión de la cultura no como modo de vida espiritual, sino económico.

Visité Cultur.gal y me impresionó no ya su emplazamiento -a cinco minutos de la Plaza de María Pita, el corazón histórico de la ciudad-, sino el éxito de la asistencia. Y es que el público no se limitaba a profesionales -responsables de stands, gestores culturales, creadore-, sino que se extendía a los ciudadanos: en lugar de invertir un sábado o domingo de puente en casa frente a la televisión, se acercaban a presenciar un concierto en directo, hojear novedades editoriales, recoger información sobre compañías de teatro. Sólo faltaron las galerías de arte y, les prometo, Cultur.gal se asemejaba más a una fiesta que a una feria de muestras: al torcer una estantería, el showcase de un grupo de música tradicional, y monstruos de las letras como Manuel Rivas o Antón Reixa charlando sobre sus obras recientes.

Aún más interesante: de entre las setenta casetas, apenas cuatro o cinco pertenecían a organismos públicos. Recuerdo la existencia de una Feria de Industrias Culturales Andaluzas, cuya primera edición se celebró en Sevilla, y de la que prometen reedición en marzo de 2009. Confío en los nexos entre Galicia y Andalucía, y desconfío de una presencia simbólica en la FICA de lo público para beneficiar lo privado, no imagino a los ciudadanos colapsando el recinto y, sin embargo, estoy deseando equivocarme.

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