Si hay una seña con la que el mundo entero define al andaluz es su carácter acogedor. Eso, al menos, dice la teoría más alentadora. Sin embargo, los inmigrantes que están recalando en la comunidad se encuentran últimamente con una percepción negativa por parte de sus convecinos. Son demasiados, dicen. Según el estudio Evolución del racismo y la xenofobia en España 2009, editado en diciembre por el Ministerio de Trabajo e Inmigración, Andalucía es la séptima comunidad de España en que más personas sostienen que es "excesiva" la presencia de foráneos en su vecindario. Concretamente, el 50% de la población tiene esta percepción y casi otro 25% entiende que son "demasiados". La región con peores datos es Murcia, con un 61%, seguida de la Comunidad Valenciana (56%), Aragón (54), Castilla La Mancha (54), Castilla y León (51) y Cataluña (51). El País Vasco, por contra, se encuentra en el extremo contrario, con un 21% de encuestados que piensa de esta forma.
No hay correlación, además, entre el número de inmigrantes y el rechazo, pues Andalucía no tiene más que un 7,6% de su población extranjera, lo que la convierte en la decimosegunda comunidad con más foráneos empadronados (a 1 de enero de 2008, puntualiza el informe). Baleares es la comunidad con mayor índice de empadronados, con un 20,8% de su población, mientras Extremadura tiene el nivel más bajo del país (3,2%).
El estudio constata que quien tiene mayor recelo de los extranjeros sigue cumpliendo con un perfil muy determinado: "personas de más edad, de bajo nivel de estudios, de ocupaciones laborales de escasa cualificación, ideológicamente posicionadas hacia la derecha y que se declaran creyentes muy practicantes". Sin embargo, poco a poco se dejan ver ciertas novedades. Así, cada vez hay menos diferencia entre partidarios de la izquierda y la derecha (entre los extremos había una diferencia de 26 puntos en 2005 y ahora es de 19, con un 37% de izquierdistas que también estiman "excesivo" el número de inmigrantes).
Las mayores diferencias continúan dándose, según los expertos del ministerio que comanda Celestino Corbacho, en el nivel de estudios (32 puntos), la religiosidad (30), la edad (17) y la ocupación (15). También se "desvanecen" las diferencias habituales entre hombres y mujeres (ellas suelen ser más recelosas respecto al extranjero) y en los tamaños del municipio de origen (antes el mayor temor hacia el distinto se registraba en los municipios más pequeños de la comunidad autónoma). Tampoco es ya determinante el factor del empleo: tanto andaluces en paro como autónomos como asalariados piensan lo mismo, punto arriba, punto abajo.
la idea del marroquí. Casi un tercio de los encuestados piensa de manera inmediata en un marroquí cuando se le pregunta por extranjero, aunque esa imagen, que viene lastrada por años de islamofobia, se ha recortado en 28 puntos en los últimos tres años. Desde 2007 se hace más común la referencia a ciudadanos del Este de Europa, rumanos fundamentalmente. Por fortuna, la distorsión de la realidad no llega a calar en los ciudadanos hasta el punto de equiparar inmigración con delincuencia, pues apenas el 1% de la población entiende que inmigrante es "quien causa problemas y delincuencia".
Un 8% de los ciudadanos cree que las leyes de extranjería son "tolerantes", mientras que un 21% las entiende "correctas". Casi cinco de cada diez andaluces opinan que hay que regularizar "sólo a los que tienen trabajo en la actualidad, sea cual sea el tiempo que lleven en España", un 12% cree que hay que devolverlos a sus países de origen y otro 10%, por contra, apuesta por la regularización masiva. Un 40% se manifiesta en desacuerdo con que se expulse a los inmigrantes en paro, pero el mismo porcentaje cree que reciben más ayudas por ello que un nacional.