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Despedida de Esplá y faena antológica de Morante

el 20 jun 2010 / 20:39 h.

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Luis Francisco Esplá y su hijo Alejandro salieron en hombros en un emotivo y cariñoso festejo en el que el público se mostró sensible y cariñoso tanto con el toricantano como con su padre, que se despedía de los ruedos. Alejandro Esplá paseó una oreja de cada uno de sus oponentes, mientras que Luis Francisco cortó una oreja del cuarto. En medio del contexto paisano familiar, Morante de la Puebla realizó la faena de mayor peso de la tarde al quinto toro, una labor de inspiración plena de toreo sublime.

Alejandro Esplá, que brindó el toro de su doctorado a su padre en una emotiva ceremonia de alternativa, se mostró templado ante un toro noble y medido de fuerza y raza en una faena en la que los momentos de mayor envergadura llegaron con la diestra. Mató de una estocada desprendida. La faena al sexto, fue de parecido corte al toro del doctorado y estuvo presidida por la entrega, decisión y la limpieza del conjunto. Antes de recoger la oreja, le cortó la coleta a su padre y luego ambos salieron en hombros.

Luis Francisco Esplá, por su parte, se mostró variado con el capote con su vistosidad habitual tanto en el saludo como el quite en el segundo toro, un animal noble y con buen son. Compartió banderillas con Morante y su hijo Alejandro en un vistoso tercio para luego protagonizar una faena nutrida de facilidad y floreada con adornos típicos de su repertorio. Pinchó al recibir y luego dejó una estocada ejecutada en la suerte natural y paseó una oreja.

El cuarto fue un toro sin maldad pero sin entrega. El público, que ha querido que su torero triunfara el día de su despedida de los ruedos, le obligó a poner cuatro pares. Esplá brindó este último toro de su carrera a sus padres para luego poner la decisión que le faltó al toro. La afición alicantina pidió la oreja de manera dadivosa para empujar el triunfo de Esplá, aunque el Palco optó por no conceder el trofeo.

Morante de la Puebla se acopló a las condiciones de este toro en una faena que no tuvo unidad pero que estuvo plena de torería excelsa. Morante cuajó muletazos a pies juntos, un afarolado con la derecha y remates de bellisima ejecución en una faena de inspiración y golpes que estuvo repleta de naturalidad y en la que no hubo nada premeditado. Antes, dejó lances en el saludo de mucha expresión y un quite por chicuelinas muy arrebujao. Oreja tras aviso. El tercero fue un animal deslucido con el que Morante no perdió el tiempo.

El CID en torrejón. Por su parte, Manuel Jesús El Cid cortó la única oreja de la tarde en el tercer festejo de la feria madrileña de Torrejón de Ardoz, un espectáculo que estuvo condicionado por la flojedad de los toros de Carmen Segovia. Lo mejor, el nuevo lleno y la mano izquierda de El Cid.

El sevillano supo aprovechar las virtudes del cuarto, el animal de mejor son y recorrido de la tarde. Lo obligó mucho desde el principio y el toro respondía. Tenía algo más de trasnmisión y recorrido y se empleaba algo más. Una tanda por el pitón izqaueirdo calentó a los tendidos. Dio largos naturales en tandas muy meritorias en una faena que fue creciendo en intensidad. Terminó toreando en redondo y con ayudados por alto y trincherazos. Mató de media estocada.

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