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¿Dónde están las llaves?

El hombre que más sabe de protocolo y ceremonial en Sevilla, Mauricio Domínguez y Domínguez-Adame, recoge en un libro todas las curiosidades de las pompas municipales.

el 29 oct 2013 / 22:41 h.

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 Ceremonia municipal con ocasión de la festividad de San Clemente, que se repite cada 23 de noviembre con gran pompa. Ceremonia municipal con ocasión de la festividad de San Clemente, que se repite cada 23 de noviembre con gran pompa. ¿Quién tiene las llaves de Sevilla? ¿Qué cuatro alcaldes honorarios nombró el Ayuntamiento? ¿A qué título honorífico renunció la ciudad? Las respuestas a estas preguntas podrían dar lugar a otras tantas novelas. Imposible averiguar cuántos thrillers históricos inspiraría, en manos de un buen narrador, el libro Protocolo y ceremonial en la ciudad de Sevilla. Una obra del gran especialista en la materia, Mauricio Domínguez y Domínguez-Adame, que se presentó anoche en el Ayuntamiento en un acto al que no faltó, como cabía esperar, la pompa. Mirado el asunto en frío, a juicio de cualquier profano (la mayoría) los pormenores sobre protocolo y ceremonial del Ayuntamiento de Sevilla se encontrarían, en la escala de aridez de Martonne, justo por encima de las zonas más soleadas del desierto de Atacama. A priori, no es una lectura para hacer soñar a los tiernos infantes en las largas noches de noviembre al pie de la chimenea. Pero, como muchas otras cosas, no se disfruta hasta que al fin se conoce, tras vencer uno sus prejuicios y reticencias iniciales. De hecho, para las personas animadas por la curiosidad, es una fuente inagotable de sorpresas. Y de sabiduría. Y de interrogantes. Mauricio Domínguez y Domínguez-Adame, el autor. Mauricio Domínguez y Domínguez-Adame, el autor. Por ejemplo: ¿Cómo es posible que una ciudad como esta, que fue invadida por todo el que tuvo el gusto de pasarse por aquí –romanos, visigodos, árabes, leoneses, franceses, insurrectos de diverso pelaje…– ostente un título tan ridículamente impropio de su condición como el de invicta? La respuesta, que bien conoce Mauricio Domínguez por haber escrito al respecto, es que fue una distinción que le concedió la reina Isabel II en 1843 por haber resistido el asedio y el bombardeo de las tropas de Espartero bajo el mando del general Van Halen (todo muy guerracivilista, como se ha tenido siempre por costumbre en estos pagos). Pero más llamativo que haber recibido este honor fue que, nueve años después, Espartero fue repuesto en el poder y Sevilla, siempre tan valerosa, rechazó el título. Hasta finales del XIX no lo recuperó, con el mismo poco merecimiento. Lo que sí ha estado siempre ahí han sido las primeras llaves de la ciudad, las genuinas, la hebrea y la árabe, las que según la tradición recibió San Fernando cuando conquistó la ciudad. Se conservan en la Catedral. Más sorpresas sobre ceremonial y protocolo: todo el mundo sabe que Sevilla está hermanada con Kansas City desde 1966, que para eso se le dedicó una avenida tan rutilante. Pero lo que quizá no sepa tanta gente es que hay unas cuantas ‘hermanas’ más, y que ninguna de ellas ha sido a petición de Sevilla, sino de las otras: Buenos Aires (Argentina), Rabat y Marrakech (Marruecos), Barcelona (el año, evidentemente, 1992)... Y un dato formidable que desvela de un plumazo la verdadera personalidad de Sevilla: sus alcaldes honorarios. Solo son cuatro: Miguel Primo de Rivera, la Virgen de los Reyes, Franco y la Hiniesta. Sevilla entera está ahí explicada. Son tantos conocimientos, tantos detalles... En la presentación de ayer, Mauricio Domínguez habló con cariño de su profesión durante decenios al frente del protocolo municipal, “cuya más alta misión es dar una imagen fiel de lo que representa la autoridad y lograr que el mensaje que todo acto institucional debe transmitir llegue con claridad a los que han de recibirlo y sea el mejor ejemplo para la ciudadanía”. Y comentó un aspecto del libro que le confiere verdad: las anécdotas: “Escenas que me han impresionado, unas alegres, otras bien tristes, la mayoría emotivas”, pero todas ellas dejando “una huella en la mente y en el corazón”. Es un libro de historia auténtica. Y también la historia de un hombre. Y un relato de amor... por una ciudad. Como decía anoche el propio Mauricio Domínguez y Domínguez-Adame al cierre del acto, “es el amor lo que redime al mundo y salva todo lo noble de la vida humana”. Llámese protocolo, llámese equis. Esa es la llave.    

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