Deportes

El Betis y su decadencia: la perversión de lo provisional que se convierte en indefinido

LA CONTRACRÓNICA. El fútbol es tan variable y venenoso que muchas veces estropea todo. El proyecto post Lopera, prometedor en su día, no se ha librado.

el 16 feb 2014 / 21:14 h.

Miguel Guillén y Quique Pina, en el palco de Los Cármenes / M.Á. Molina (EFE) Miguel Guillén y Quique Pina, en el palco de Los Cármenes / M.Á. Molina (EFE) El punto de partida parecía bueno, esperanzador al menos. El gobernante presuntamente corrupto pierde el poder, su sospechoso sucesor también es incapacitado y una jueza encarga la rehabilitación y el saneamiento de la empresa a otros dirigentes. Para rematar la operación coloca a un mito histórico como cabeza mediática de un proyecto liderado por personas no vinculadas al universo futbolístico: abogados, economistas y juristas, mayormente. El riesgo de contaminación se minimiza al máximo. En teoría. El problema es que al final todo lo bueno y todo lo malo depende de que un objeto esférico entre en la portería del rival, y eso resulta tan impredecible que puede con cualquier profesional calculador que se ponga por delante y con el espíritu santo si hace falta. El poder corrompe, el fútbol envenena. Los goles de Rubén y Jorge, la irrupción de una cantera destinada a marchitarse en el filial y algún buen fichaje o cesión alimentaron el proyecto, o milagro, según se mire. Los gestores, justo es admitirlo, lograron que lo malo se convirtiese en bueno con un concurso de acreedores bien dirigido, pero lo bueno se transformó en mejor porque el entrenador y los jugadores sacaron sobresaliente cum laude en tres cursos seguidos. Y en cuanto bajaron la nota... Aquella etapa, tan prometedora entonces y tan decadente ahora, nació para ser provisional, pero lo temporal ha degenerado en indefinido. Y en los despachos, como ante la portería rival, la definición es fundamental. Ese es el problema. La causa judicial ha llevado un ritmo más lento que el de algunos (muchos) futbolistas verdiblancos y las medidas cautelares, contradiciendo su raíz léxica, han terminado siendo una imprudencia. No por el objetivo en sí, alejar a Lopera, sino por su duración. Como el corredor que no se dosifica bien, el Betis fue un ciclón y ahora es un caracol. La perversión del sistema dictado por Mercedes Alaya se llevó por delante todo menos la plantilla y el consejo (y la afición, claro). Y ahora, con la Segunda a la vuelta de la esquina, los segundos se ven en la duda de planificar un futuro en el que no estarán o abandonar la casa con deshonor. Es lo que tiene la provisionalidad, que quita legitimidad. Y así, en esa coyuntura de indefinición, es como se desmoronan un equipo y un club de fútbol.

  • 1