Todo comenzó en Sendai. Desde allí en 1613 un grupo de guerreros, capitaneados por el samurái Hasekura Rokuyemon Tsunenaga, partieron por un año con una misión: establecer lazos entre oriente y occidente. Acompañados de su director espiritual, Fray Luis Sotelo, embarcaron camino de Nueva España actual México desde donde se encaminarían hacia España, con tal de reunirse con el rey Felipe III y el Papa Pablo V, en Roma. Una vez cruzaron el Pacífico y el Atlántico, la expedición llamada Keicho llegaba a Sanlúcar de Barrameda en 1614, desde donde tomarían rumbo por el río Guadalquivir hacia Sevilla. En la majestuosa ciudad de la Torre delOro estaban preparando un gran recibimiento para los integrantes de la expedición, pero todavía no estaba todo listo. Por ello, a su paso por Coria del Río, los nipones esperaron cerca de diez días antes de entrar en Sevilla, decisión que fue clave para entender la Coria del Río de la actualidad. El grupo de la ruta mientras embarcan en la barcaza que cruza el Guadalquivir. / Foto: A.P.Por aquel entonces Coria tendría poco más de 600 habitantes, pero contaba con dos elementos arquitectónicos clave: la iglesia de Santa María de la Estrella y la ermita de San Juan Bautista, más conocida como la del Cerro ambas hoy en día Bien de Interés Cultural, que llamaron la atención del samurái y sus acompañantes al entrar por el Guadalquivir. Aunque los documentos apuntan a que Hasekura se alojó en Espartinas, fue en Coria donde muchos de sus guerreros optaron por establecer vínculos familiares. Precisamente por este motivo en la actualidad muchos corianos llevan como apellido Japón. Y es que ante la dificultad de pronunciar los nombres nipones, su región de origen acuñó aquellos lazos, hecho que solo se ha perpetuado en Coria, pese a que ha habido otros asentamiento nipones en el mundo a lo largo de la Historia.La expedición para establecer la embajada Keicho no prosperó, pero con motivo del año dual España-Japón que precisamente conmemora los 400 años de estos hechos, la empresa Legado Keicho, en colaboración con la Delegación de Turismo del Ayuntamiento de Coria del Río, reproduce aquellos momentos que vivieron los hombres de la expedición a través de la ruta nocturna El viaje del samurái. Cada viernes de julio, a las 21 horas, una veintena de personas pueden descubrir por solo 6 euros la importancia que tuvo la expedición Keicho para la localidad aljarafeña y el origen de gran parte de los corianos.Desde el embarcadero, una ruta de dos horas convierte al grupo en uno de aquellos samuráis, que desde su navío en este caso la popular barcaza de Coria, especialmente transitada durante El Rocío quedaron prendados de aquellas dos torres una la de la iglesia de Santa María de la Estrella y otra la de la ermita de San Juan Bautista que delimitaban el perfil de la localidad. Tras desembarcar, la expedición inicia un camino andando hacia la iglesia parroquial, donde se hallan las primeras actas de bautismo que acreditan la relación del apellido Japón con la expedición Keicho.Después de descubrir una de las iglesias gótico mudéjar más emblemáticas de la comarca, el viaje del samurái se dirige hacia la ermita de estilo mudéjar, alzada por los franciscanos, donde se alberga el Cristo de la Vera Cruz más antiguo de toda la provincia. Treinta tres escalones después, que no estaban cuando llegaron los nipones, sino que fue una obra de finales de los años 20 del siglo pasado promovida por el alcalde Carlos de Mesa, la nueva expedición descubre la hermosura de la nave y la paz que aportan las vistas del perfil del río Guadalquivir desde su patio interior.Dejando atrás el patrimonio cultural, el recorrido se detiene ante el Consistorio, que hace ya un año vivió uno de sus momentos más especiales: la visita del príncipe heredero Naruhito. Como muestra del hermanamiento que hay entre ambas culturas, la Casa Consistorial de Coria cuenta con la peculiaridad de que en ella ondea la bandera de Japón, junto a la local, la andaluza, la española y la europea.Aunque la ruta está organizada por Legado Keicho, con ellos también participan la Asociación Hispano Japonesa Hasekura Tsunenaga de Coria del Río y la Sala Sendai. Precisamente, ésta última, es uno de los lugares que se visita durante la ruta. El dueño de esta casa del siglo XIX, descendiente de una Japón, pretende convertirla en un museo donde se cuente la historia de su localidad, siempre con un guiño a su herencia nipona. De hecho, en ella, además de elementos permanentes que explican el viaje de Hasekura, ya se han realizado varias exposiciones itinerantes, como la de las muñecas Koboshi.Tanta fue la vinculación de Hasekura a esta tierra que, durante una enfermedad que lo retuvo en el Aljarafe más de un año, se convirtió al cristianismo como Felipe Francisco Hasekura. Porque para el nipón, pese a que la embajada Keicho fracasó, su viaje le ayudó a conocerse a sí mismo y a tener esperanza de que algún día el legado prosperaría.
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