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El Monumento a la Fe Descubridora cumple 85 años

La escultura, que este año celebra su 85 aniversario, sigue siendo uno de los símbolos culturales e históricos más característicos de la capital onubense.

el 17 ago 2014 / 09:30 h.

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Monumento / M. Bautista Desde el pueblecito de pescadores de Palos de la Frontera partió la aventura que terminó uniendo el territorio europeo con el americano la mañana del 3 de agosto de 1492. En honor a esa gesta descubridora se erigió en el punto de encuentro entre el río Tinto y Odiel, la Punta del Sebo, el Monumento a la Fe Descubridora. Un monumento que mira hacia donde partieron las naves descubridoras, que muchos confunden con la figura del propio Cristóbal Colón, y que tiene una historia muy particular. La idea surgió en una fiesta del Día de la Hispanidad, un 12 de octubre de 1926, en la embajada española de Estados Unidos. Durante la cena apareció la idea de crear un fondo con capital privado para hacer un regalo al pueblo onubense conmemorando la gesta del descubrimiento. Y así fue. Se creó entonces la Columbus Memorial Fundation, un fondo donde participaron los más altos cargos de la sociedad estadounidense de entonces. En el interior del monumento incluso se grabaron sobre la piedra todos sus nombres. Para la construcción de este regalo decidieron contratar a una de las arquitectas y diseñadoras que tenía mayor renombre en la época, la señorita Gertrude Vanderbilt Whitney, conocida en Huelva como Miss Whitney, que hoy da nombre a la avenida paralela a Alameda Sundheim de la capital onubense. Punta del Sebo. La neoyorkina visitó diferentes enclaves onubenses; la zona de la Fontanilla, Palos de la Frontera, La Rábida, Huelva capital… hasta que llegó a la Punta del Sebo. Un lugar que en aquel momento, los años 20, se presentaba como una gran playa. No tenía industrias ni el puente a uno de sus lados. Y este lugar le encantó. De forma que lo eligió para la elaboración del gran coloso de piedra de 37 metros. Se trata de una representación humana sobre un pie de 12 metros para cuya construcción se creó una península artificial que le ganara terreno al mar. Las obras comenzaron en 1927 y constituyeron un auténtico hito en Andalucía, una proeza. Nunca hasta entonces se había empleado la mezcla de hormigón y vigas de acero. Así, el monumento fue creciendo con influencia de la arquitectura empleada en los rascacielos norteamericanos. La superficie se elevó sobre celdas totalmente huecas, de hecho en el interior del monumento hay una trampilla desde la que se pueden apreciar los más de cuatro metros de altura de la península. Una vez que se finalizó la obra de la base, comenzó la del coloso. El interior de hormigón y acero se revistió de una piedra especial que en sí misma es un pequeño tesoro. Se trata de piedra fósil de dos a cinco millones de años de antigüedad, formada de arena y conchas. Conocida como biocalcarenita, fue traída de las canteras de Niebla aprovechando las vías del tren que llegaban a Huelva desde Río Tinto. Y de allí, a la Punta del Sebo. Entonces la gente podía desplazarse a la playa en un pequeño tranvía. Allí se creó un campamento con carpas en el que trabajaban directamente los escultores con el material. Hay fotos de la época en las que se ve a la arquitecta Miss Whitney en sus días de trabajo junto a la cabeza del monumento. La construcción cubista coincidió con los frescos del onubense Daniel Vázquez Díaz, quien tiene una exposición exquisita en el Monasterio de La Rábida, a escasos kilómetros del coloso. Destaca el pedestal sobre el que el se erige, en el que se pueda aprecian cuatro tallas que representan a cuatro continentes: África, América, Asia y Europa. Monumento2 - M. BautistaConfusión con Colón. La propia arquitecta se encargó de sacar de dudas a los visitantes, ya que dejó redactado con todo detalle qué quiso representar. Ella explica que basándose en la fe descubridora del almirante Cristóbal Colón, quiso representar una figura humana con capa marinera apoyada sobre una de las partes del barco, que a su vez representa la Cruz Tau, de la Orden de los Franciscanos, por el cristianismo que se llevó a los nuevos territorios conquistados. El monumento se inauguró en abril de 1929, pero años después la población onubense, e incluso algunos periódicos, comenzaron a denominarlo el monumento a Colón. De ahí la confusión que perdura entre lugareños y turistas. La idea de la arquitecta era que su interior también fuera visitable. Una vez se accede a la parte inferior lo primero que llama la atención es la representación escultórica de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, los reyes en el momento que las naves descubridoras, con Cristóbal Colón al frente, partieron del Puerto de Palos. Ambos jugaron un papel muy importante en la historia del descubrimiento, ya que se dice que fue la reina la que financió el viaje incluso con parte de sus joyas. Sobre ellos se ubica un escudo compuesto por otros tantos. Cuenta con representaciones de Castilla, Aragón, Nápoles, Sicilia, de los Austria, los Borgoña y de Flandes, entre otros. Reinos que son de diferentes épocas, pero que reflejan todas las posesiones con las que ha contado la corona española. En ese mismo cubículo interior, en la pared de la izquierda se pueden apreciar grabados 91 nombres que se corresponden con los marineros que se embarcaron en la aventura americana. Se muestra nombre, apellido y cargo de cada uno de ellos. Hay grumetes, cirujanos, marineros, e incluso veedores, los encargados de probar los alimentos por si estuvieran envenenados o en mal estado. También llama la atención la repetición de algunos nombres, como por ejemplo Rodrigo, o Juan que aparece hasta 21 veces. Esos 91 nombres grabados contrastan con los 90 marineros que embarcaron, y es que Rodrigo de Triana, al que se disputa el haber avistado por primera vez tierras americanas con el onubense Pedro de Lope, aparece en dos ocasiones; como tal, pero también como el que los historiadores consideran que es su verdadero nombre, Juan Rodríguez Bermejo. En otra de las paredes del interior llama la atención el grabado de una carta de navegación en la que no aparece Sudáfrica, y al fondo una lista de las personas que financiaron la construcción del monumento. Entre ellos, el por entonces presidente de Estados Unidos, Calvin Coolidge. Junto a él hay otros apellidos ilustres como el de Pulitzer; el hijo de quien da nombre a los premios de periodismo impreso y en línea, literatura y la composición musical en los Estados Unidos, Joseph Pulitzer. En el suelo de la pequeña habitación se encuentra una trampilla desde la que se pueden apreciar los cuatro metros que existen hasta la base de la plataforma sobre la que descansa. Un espacio dedicado a labores de mantenimiento. Son muchos los onubenses y visitantes que preguntan si se puede subir a la parte superior de la figura, pero no fue concebida para tal fin. Reforma. El monumento fue reformado en 1996 por el desplome de uno de sus brazos, ocasión que se aprovechó para blanquear el conjunto que compone la Fe Descubridora. Sin embargo, y a pesar de ser uno de los símbolos más reconocibles y destacados de la ciudad onubense, no está entre los espacios protegidos como Bien de Interés Cultural. Hasta hace poco no estaba abierto al público, pero desde hace unos meses los componentes de Platalea ofrecen visitas turísticas gratuitas cada sábado a las 11.00 horas. De este modo se ofrece la posibilidad de valorar el monumento histórico que tiene la ciudad.

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