Los Palacios lleva este año a alrededor de 1.100 peregrinos, además de unas 85 carriolas, 70 charrés, cerca de 200 bestias (entre caballos, mulos y bueyes) y más de un centenar de vehículos todoterreno. Y claro, en hermandades tan concurridas sucede que no todos pueden tomar la barcaza, por razones operativas y de seguridad, por lo que hay quien tiene que resignarse y dar el tan poco deseado rodeo por Sevilla. Al final, el destino común será el mismo... la marisma, la aldea, la Blanca Paloma.
Utrera fue ayer la hermandad más madrugadora en tomar la barcaza. A primera hora de la mañana, peregrinos montados a caballo, a pie, en charré o carriola escoltaron a su Simpecado antes de hacer su entrada en la localidad ribereña. Como Dos Hermanas, arropada por centenares de rocieros que esperaron con paciencia el discurrir de barcas de un lado a otro del río. Hasta que, bajo un sol que comienza a mostrar sus cualidades, y una brisa fluvial (casi marinera) de agradecer, fue el Simpecado nazareno el que cruzaba las aguas al cante de los peregrinos. Una vez en tierra, tras el silencio y una sentida salve rociera, la carreta tirada por bueyes comenzó a subir el embarcadero coriano.
La hermandad de Lebrija, que tradicionalmente cruzaba por Coria, este año ha decidido cambiar el rumbo. Cruzarán el Guadalquivir, también en barcaza, pero más cerca de la desembocadura, en el paraje conocido como La Señuela. Así, aparte de ahorrarse tres días y medio de camino, bajarán de la barca para pisar plena marisma e iniciar así el recorrido por estas tierras arroceras para acabar en Doñana y luego la aldea perseguida. A lo largo de la tarde, la ribera coriana fue viendo como llegaban otras hermandades: Carmona, Osuna y Écija, todas acompañadas de centenares de peregrinos.
Saliendo de Coria y a poco más de 15 kilómetros de distancia, está Umbrete que a lo largo de todo el año celebra el centenario de su carreta del Rocío, el cajón. Ayer, volvió a iniciar su camino para adentrarse en las arenas desde la iglesia de Nuestra Señora de Consolación. Y como los umbreteños, numerosos rocieros de toda la provincia que ven más cerca la aldea. Ya queda menos para Pentecostés.