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Cultura

El payaso revolucionario

Lugar: TNT. Obra: La misa patólica. Texto, dirección e interpretación: Leo Bassi. Calificación: ****.

el 21 feb 2015 / 17:20 h.

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Aunque Leo Bassi se haya hecho popular por ser un cómico provocador, él se define como un payaso que ha seguido la tradición familiar. No en vano procede de una larga estirpe circense. En este espectáculo da buena cuenta de ello. La dramaturgia gira en torno a una misa que en vez de invocar al Dios católico rinde culto a un pato de goma, figura con la que reivindica el humor inocente de los payasos, aunque no por ello menos crítico. Para él, el humor es sagrado y entronca con el humanismo potenciando el espíritu crítico y la libertad. Justo lo contrario de lo que propugna el catolicismo. Para demostrarlo el cómico se remite al Génesis del Antiguo Testamento y lo analiza con un monólogo tan irónico como trasgresor. Porque, aunque dice no querer faltar al respecto a la religión, pretende convencer a los creyentes para que dejen de serlo. Para conseguirlo nos sumerge en un universo de fantasía espectacular donde no faltan castillos inflables que se burlan del franquismo y un enorme pato de goma, también hinchable, ante el que el público eleva sus súpicas bajo el grito de “cua, cua, cua”. Y como se trata de reproducir el rito de la misa y darle la vuelta, tampoco podía faltar el agua bendita (que derrama mediante una escobilla de váter), un púlpito que aprovecha para aclamar el pensamiento de Epicuro y Diógenes y darnos un buen repaso filosófico, y un altar que rinde pleitesía a Charles Chaplin, Einsten y Groucho Marx, representantes de la racionalidad y el espíritu crítico frente a la fe ciega católica. Con todo ello, y la ayuda de un músico que hace las veces de técnico, Bassi construye una puesta en escena que es a la vez intimista y espectacular. Y es que además de sus acciones y su discurso provocador, nos brinda un regalo único: unas imágenes del s. XIX grabadas por los mismísimos hermanos Lumière que recogen a su bisabuelo, y al hermano de éste, haciendo un número de payasos. El filme acaba de ser rescatado y nunca había sido proyectado en un teatro, por lo que nos emociona por partida doble. De esta manera, una vez más Leo Bassi reproduce la magia del teatro mientras impregna la figura del payaso de un carácter revolucionario. Lástima que el ritmo sea un tanto irregular y decaiga en algunos momentos.

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