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El periodista bueno

El socialista asume el mayor reto de su carrera con la portavocía del Gobierno andaluz.

el 13 may 2012 / 14:47 h.

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Su familia lo quiso matar cuando anunció que dejaba un puesto fijo de delineante proyectista en la extinta Industrias Subsidiarias de Aviación (ISA) por un contrato de seis meses en El Correo de Andalucía. Corría 1988 cuando el idealista Miguel Ángel Vázquez Bermúdez, flamante portavoz del Gobierno andaluz, decidió que quería ser periodista, esa profesión maldita de vocación incontrolable. A los 16 años colgó la cartera, dejó de sentarse en el pupitre de los Salesianos y comenzó a trabajar en la empresa en la que estuvo toda la vida su padre como mecánico. Entró de aprendiz. Retomó los libros a distancia. Así coronó sus estudios superiores y decidió matricularse en la Universidad Complutense de Madrid. Aquel contrato de seis meses en este periódico se convirtió en un trabajo de tres años. Después conocería el mejor Diario 16 de Andalucía y en 1995 recuerda cómo oía su corazón por encima de su voz cuando a las puertas de San Telmo hacía su primera entradilla para Canal Sur Televisión.

Periodista metido a político, conoce de primera mano el trabajo de una redacción. Por eso el gremio respiró aliviado cuando oyó su nombramiento. Con él se recupera un modelo tradicional en Andalucía que desempeñaron Rafael Camacho, a quien señala como uno de sus referentes, y Enrique Cervera. Dijo Kapuscinski que "para ejercer el periodismo hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas", y en su caso se cumple. Es difícil encontrar a alguien que hable mal de este sevillano y sevillista, que tiene blog, La República Independiente de mis Emociones , es capaz de agotar el cupo de mensajes en el Twitter y se atreve con la poesía. Nervioso, delgado, joven para sus 47 años, padre de dos adolescentes de un matrimonio fallido y Beatlemaníaco. Elegiría Imagine como himno vital y corre cada día a orillas del Guadalquivir.

Tras la campaña de 1996, esa que muchos han recordado ahora porque entonces también el PSOE desmintió las encuestas, abrió su despacho en la calle San Vicente y se convirtió en el jefe de prensa del partido del que se hizo militante. Fue en Granada en 2004 cuando saltó al escenario político. Literalmente. Su nombre sonó asociado a la Secretaría de Comunicación cuando Manuel Chaves enumeró a su Ejecutiva regional. Algunos militantes afinaron la vista para ver de quién se trataba antes de aplaudir y una señora le dijo al resto: "Sí, hombre sí, este es el muchacho de prensa del partido de toda la vida".

Su carrera política se forjó en brazos de Luis Pizarro. De él ha aprendido casi todo lo que sabe y hacia el gaditano tiene siempre palabras de agradecimiento, reconocimiento y respeto ahora que el clan de Alcalá cotiza muy a la baja. Griñán le ha dado el puesto más jugoso e interesante de su carrera política. Hacia él también profesa respeto y admiración. Iba a abandonar pocos meses atrás, cuando sufrió el revés de caerse de la lista de Sevilla al Parlamento andaluz. La guerra interna del partido, que él tanto aborrece, arrinconó su nombre. Él no pasó por Juventudes Socialistas y se le nota. Define la lealtad como el mayor de los valores vitales. Se despidió del Parlamento en un elegante mensaje en su blog: "La vida sigue, la vida es bella...". El presidente le pidió que subiera con él a la caravana electoral. Iba a ser su último acto pero le propició la mayor satisfacción política que ha disfrutado en su vida: los resultados del 25 de marzo.

Defendió en el hemiciclo la ley de creación del Colegio de Periodistas de Andalucía. Se estrenó como diputado en 2008 y se emocionó. Se acordó de su padre y especialmente de su madre, María, modista, que lo había parido en ese mismo Hospital de las Cinco Llagas y que no hacía mucho que había fallecido. Recordó sus veranos en Moguer, el pueblo de su madre, y se tuvo que esforzar mucho para que no corrieran las lágrimas. Porque Miguel Ángel sí llora. La última vez en el cine con su admirado Zambrano y esa María León bordando su papel en La voz dormida. Es el mayor de tres, tiene hermano y hermana, y si le dan a elegir declina la alta cocina por un plato de cuchara. Si es cocido con su pringá, mejor.

Relee El amor en los tiempos del cólera y en cuestiones de amor hoy la vida le sonríe. En menos de diez días le dará el sí quiero a Regina, una compañera socialista que es el amor de su vida. Está en racha. Tiene una frase destacada en su blog, es de Paulo Coelho: "A veces la felicidad es una bendición, pero generalmente es una conquista."

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