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El repaso. Roberto también se echó al monte

el 26 mar 2012 / 21:09 h.

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Qué pesados. El archivador de comunicados ya no da más de sí. Espejito, espejito, quién es el más malo de este cuento interminable: ¿Manuel Martínez Erice o Roberto Domínguez? Vaya usted a saber, aunque ya hemos comentado que ni los buenos son tan seráficos ni los malos, tan perversos. Lo que sí sabemos es que ambos han roto la baraja y han usado en distintas fases el arma de la filtración interesada con resultados dispares. Y así, se han aireado las tripas de unas negociaciones pretendidamente privadas que han culminado con esa salida de El Juli de los carteles de Madrid, que ayer fueron presentados oficialmente. Pero eso ya lo saben de sobra, también que nos lo perderemos en Sevilla después de haber abierto la Puerta del Príncipe dos años seguidos en la cumbre de su carrera. Pero hay que referirse ahora a la inusual rueda de prensa de Roberto y sus particulares cuentas del Gran Capitán y esos guantes perfumados para no oler el hedor de la batalla de los Tercios.

El Cisma. En los carteles no han puesto un nombre que yo no quiero olvidar: Roberto comenzó su elegía aludiendo al creciente -y evidente- malestar de las empresas, directamente proporcional a la operatividad de un G-10 al que sí hay que apuntar logros como el traspaso a Cultura de las competencias taurinas y el préstamo de su imagen rutilante para dotar al toreo de una fachada más sólida. Pero llegó el vil metal, bien enhebrado a ese embrollo televisivo que ha empobrecido las ferias. El apoderado de El Juli varió sustancialmente el montante de las cifras aireadas unos días antes por la empresa Taurodelta y lanzó la primera perla. Según su versión, Martínez Erice le espetó que, o lo tomaba o lo dejaba, y que si no llamaba a Castella, que ya es como la picadora moulinex, sirve para todo. Domínguez tampoco dejó pasar la ocasión sin echarle alguna leve puyita a esa All Sports Media que ha revuelto las aguas del toreo sin dejar a casi nadie contento. Su torero se ha quedado fuera de los primeros puertos de la contienda y él mismo ha dejado de ganar un buen yescal que han amortizado bien las empresas con unas taquillas que, hasta ahora, han aguantado con pocas goteras.

Reflexión final. Esta pugna sólo revela un conflicto de poder para inclinar la balanza hacia el lado de los toreros o de las empresas, que a pesar de todo han mantenido el bastón de mando en esta batalla sorda de la que ha salido perdiendo todo el toreo. A cada cual sus méritos y sus culpas pero a estas alturas el tema cansa. Con la que está cayendo seguimos hablando y aireando esa pasta gansa que se han echado a la cara El Juli y los Choperitas. Y al final ¿qué pasa? Se queda fuera un figurón del toreo pero la empresa seguirá ganando un pastizal. Ahí patina el tema: ¿generan las figuras lo que cobran? Sí, pero sólo dentro de un sistema de largos abonos cautivos en los que se trinca la tela -empresarios y figuras- a costa de toreros malos y baratos; sistema que podría desaparecer a lomos de esta crisis que ha puesto todo patas arriba. Ésa es la pura verdad.

Tostón habemus. Ayer fue presentado oficialmente ese largo, tedioso y estrecho mes de toros que se ampara bajo el patronazgo de San Isidro. José Antonio Martínez Uranga quiso quitar hierro al conflicto de los últimos días: "La falta de El Juli fue un mal entendimiento por ambas partes y lo sentimos muchísimo", espetó el buen señor defendiendo la virtud de unas combinaciones más que mejorables. Vaya tela.

En twitter @ardelmoral

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