Cofradías

El traslado más multitudinario de Los Estudiantes

el 03 abr 2012 / 17:00 h.

La Virgen de la Angustia hacia la capilla de la Universidad.

Con 20 minutos de cofradías se tuvieron que conformar ayer turistas y cofrades. Los escasos 20 minutos que tardó la hermandad de Los Estudiantes en recorrer los 50 metros que distan entre la puerta del Rectorado de la Universidad de Sevilla y la puerta de su capilla que da a la Glorieta de Don Juan de Austria.

Quizás porque todo el mundo preveía que la hermandad de Los Estudiantes no saldría o, al menos, retrasaría su salida, poco público se dio cita en la lonja de la antigua Fábrica de Tabacos a la hora de la salida de la cofradía. Sin embargo, cuando ya era una certeza y se supo que tampoco lo harían San Esteban o San Benito, los sevillanos fueron tomando posiciones a lo largo de este pequeño camino que los dos titulares de la corporación completaron en casi un suspiro.

Demasiado poco tiempo para tantas ausencias. “Las previsiones de lluvia han pasado del 70 al 80%, así que no hemos tenido dudas”, explicaba escuetamente un miembro de la junta de gobierno a los medios de comunicación que esperaban fuera del Rectorado. En el interior, comenzaba ya el rezo del viacrucis y la candelería de la Virgen de la Angustia estaba completamente encendida.La intención de la hermandad era trasladar los dos pasos a su capilla durante la tarde, pero no querían precisar la hora hasta que estuviera todo organizado. Los nazarenos salieron por la puerta de Filología, en la calle Palos de la Frontera.

Los músicos de la Banda Nuestra Señora del Águila de Alcalá de Guadaíra, que habían esperado pacientemente casi las dos horas que tardó en producirse ese traslado, también fueron advertidos de que, finalmente, no habría música, pese a que se había barajado la posibilidad de interpretar dos marchas. No en vano, ayer la corporación quería conmemorar de forma especial el 25 aniversario del estreno tras su palio de la marcha Madrugá de Abel Moreno. El compositor, muy vinculado a la cofradía, estaba invitado para dirigir en esta ocasión a la banda alcalareña –entonces fue con la del Regimiento Soria 9– a la salida.

 

Pero no pudo ser.Genoveva Layhero, una parisina que después de 40 años y 14 horas entre los aeropuertos de París y Sevilla lograba conocer la Semana Santa más famosa del mundo, estaba absolutamente indignada: “Si el progreso es que tengamos predicciones con antelación que hacen que no salgan las cofradías, estoy en contra del progreso”. En su opinión, los pasos deberían salir y regresar rápidamente si les sorprende la lluvia. “Antes no había predicciones y no pasaba nada. Esto es culpa del principio de prudencia”. Y cuando ya estaba tan enfadada que pensaba irse a descansar –“si esto fuera en Francia ya nos habríamos quejado todos”–, se abrieron las puertas del Rectorado. Eran las 17.55 horas.
La cruz parroquial y los cuatro ciriales del paso de la Buena Muerte ya estaban en el dintel. Ernesto Sanguino, segundo de Antonio Santiago, mandaba el paso de caoba del magnífico crucificado de Juan de Mesa. Clavado en el monte de lirios morados, el Cristo salió e impuso su silencio. Inmediatamente detrás, los ciriales del palio de la Virgen de la Angustia, que después de 69 años, lucía completo, tal como lo ideó Joaquín Castilla, gracias al estreno de los faldones confeccionados en los talleres de Santa Bárbara. Y silencio, todo en silencio.

Pausadamente, pero sin detenerse, avanzó el reducido cortejo por la lonja universitaria. A mitad del recorrido, ambos pasos se arriaron para permitir que entraran los costaleros que lo desearon de las segundas cuadrillas. Todos tenían la oportunidad de meterse en el palo. El público acompañó el cortejo hasta que el Cristo de la Buena Muerte fue colocado en el interior de la capilla. Momentos después la cuadrilla del palio debía superar la única dificultad que supone este traslado: la ajustada entrada en la capilla. Antonio Santiago tomó el mando para asegurarse que la crestería no rozaba el dintel tras la levantá dedicada tímidamente al abuelo de uno de sus auxiliares. Eran las 18.15 horas.

Fotos y vídeos grabaron este momento, el único que regalaba algo de cofradía en este Martes Santo, aunque fueran 20 minutos. Genoveva admitía al final: “Ha merecido la pena”.


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