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En la cima de la Arquitectura

El arquitecto tucumano de las alturas sorprende por su sencillez y elegancia.

el 05 feb 2012 / 13:37 h.

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Tiene desde hace años un nombre propio en la historia de la Arquitectura, aunque de él sobresale su sencillez y un halo de fragilidad quizás remarcado por la edad (86). Tiene devoción por las alturas, pero no despega los pies del suelo. Es realista –sus proyectos se pueden realizar porque sus principios se expresan clara e inteligentemente– y es uno de los pocos arquitectos cuya retórica coincide con su obra. Tanto él como sus creaciones atesoran una elegancia exquisita basada en la riqueza de las antiguas formas. Él y sus clásicos rascacielos muestran una completa sencillez y, a la vez, un alto lujo.

César Pelli nació en Tucumán (Argentina) en 1926 y hoy es uno de los iconos de la arquitectura mundial. Estudió en el Instituto Tecnológico de Illinois y a los 28 años decidió quedarse en los EEUU, donde se nacionalizó. Trabaja en New Haven, a sólo una hora de Nueva York, y parece que no se jubilará nunca. Es de los pocos arquitectos de renombre mundial a los que no le importa atender por teléfono a un periodista para defender uno de sus muchos proyectos. Así lo ha hecho con el de Sevilla.

En medio mundo parece que los rascacielos han caído ahora en desgracia, cambiaron las tendencias, pero pasan los años y Pelli sigue ahí. Estar en la cima de la Arquitectura mundial es para él algo tan natural como la fuerza con la que se yerguen sus torres.

Sus visitas a Sevilla se han reducido, quizás por su edad, pero dice gustarle la ciudad, aunque no las luchas cainitas entre los sevillanos. “Pueblo chico, infierno grande, se dice en Argentina”. Y es que Pelli no entiende la tardía polémica suscitada por su torre y advierte del daño económico que supondría su paralización para la ciudad, que no para él. Aunque minimice el conflicto, lo cierto es que su torre en Sevilla podría ser la primera que le tumban a medio hacer. Para él, las “docenas” de rascacielos junto a Patrimonio de la Humanidad lo avalan y desacreditan el informe de Icomos para la Unesco. Con su exquisita educación y sencillez, lo resume todo: “La polémica quedará en nada”.

Clasificar sus obras en orden de importancia carece de sentido, ya que todas, en mayor o menor medida, marcaron hitos en la historia. Desde la ampliación del museo Moma, de Nueva York; la Canary Wharf Tower en Londres; la nueva terminal del aeropuerto de Washington –tal vez una de sus preferidas porque su imagen abre el portal de su estudio–; el Sen Hawk Hotel y Resort en Fukuoka, Japón… El World Financial Center y su Winter Garden (donde las parejas neoyorquinas de recién casados se suelen fotografiar al salir de la iglesia) podrían ser su obra más emblemática porque su imagen dio la vuelta al mundo el 11 de septiembre al estar debajo de las Torres Gemelas. No obstante, la obra de mayor trascendencia son las torres Petronas en Kuala Lumpur (Malasia), que hasta mediados de 2003 fueron los edificios más altos del mundo y donde su acercamiento al mundo islámico a través de las formas le dio otra dimensión a su obra. Y en España, destacan la zona que rodea al Museo Guggenheim y la torre Iberdrola en Bilbao, la de Cristal en Madrid y, por supuesto, la que Cajasol levanta en la Cartuja. Según defiende, será la primera del mundo con cerámica en su fachada “y, por supuesto, no compite con la Giralda”.

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