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Economía

«Estamos solos. El oficio de la metalistería se ha ido perdiendo»

Entrevista a José Luis Martínez Gámez, fundador de Vellocinos Artes Decorativas. Este arquitecto empezó decorando palacios en Emiratos Árabes y ahora los hace para hoteles, casas y balnearios de lujo.

el 08 mar 2015 / 12:00 h.

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José Luis Martínez Gámez, en la zona de exposición de su empresa, Vellocinos, especializada en barandillas de latón y aluminio. / Manuel Gómez José Luis Martínez Gámez, en la zona de exposición de su empresa, Vellocinos, especializada en barandillas de latón y aluminio. / Manuel Gómez —¿Cuándo fundó la empresa y por qué? —En el año 2000 emprendí el camino en solitario. Antes tuve diferentes trabajos en distintas empresas siempre relacionados con el mundo de la decoración. —¿Y qué le llevó a trabajar con el latón y el aluminio? —Ha sido una evolución. Trabajé como diseñador de muebles e incluso de telas y apareció la posibilidad de trabajar con esos materiales y con hierro, forja, todo lo relacionado con manualidades. A través de mi conocimiento en arquitectura me fui involucrando en elementos arquitectónicos decorativos. Fui tocando todos los sectores hasta que me especialicé en barandillas. Todo empezó cuando por el año 1986 me fui a Emiratos Árabes a decorar palacios. —¿Cómo llegó hasta allí? —Trabajaba para una empresa de Andújar que estaba especializado en ello. Vi una oportunidad muy buena y me fui. Pero la distancia, la forma de pensar, los tiempos y, sobre todo, que estaba recién casado, me hizo volver e instalarme en Sevilla, donde estudiamos mi mujer y yo y donde nos conocimos. En 1988 surgió lo de la Expo y nos vinimos. –¿Por qué estos materiales? —Porque son muy nobles y son elementos clásicos de artesanía. Con la globalización se está perdiendo. La tendencia es a encargarlo todo en China, coger moldes y llenar el mercado con ese producto para abaratarlo. Sin embargo, mi planteamiento es todo lo contrario, busco la singularidad, la originalidad y hacer un traje a medida. No quiero producir en serie. Ofrezco cabeceros, lámparas o mesas totalmente personalizadas y únicas. Y mi cliente es el que precisamente quiere salirse del mercado, el que busca la singularidad. —¿Dónde están sus clientes? —Principalmente en España, en Barcelona, Valencia, Alicante y Andalucía, pero también en otros países europeos y tenemos varios presupuestos tanto para Emiratos Árabes como para Argelia. En Alemania trabajo también con una empresa de materiales de construcción a la que le gusta mucho mi producto. —¿Nos puede dar ejemplos de su trabajo? —En Sevilla la marquesina del Hotel Inglaterra y la barandilla o las columnas en el mirador del hotel Sevilla Center, por ejemplo. De más envergadura, el Templo del Sol, en Oropesa del Mar. Es una rotonda inmensa con una estructura, un reloj de sol, de 32 metros de diámetro y 38 de altura, de acero inoxidable. Murales, fuentes... también el pórtico de entrada de Marina D’or, donde tenemos más de un kilómetro de barandilla en el balneario. Hicimos alrededor de 500 tipos de barandillas por todo el mundo personalizadas. Y, aunque lo básico son el aluminio y el latón, también introducimos elementos de cristales, resinas o madera, según los gustos. —¿Es la única empresa que trabaja el latón en Sevilla? —Sí, estamos solos. En los 90 había varias empresas de metalistería, las regentaban personas ya muy mayores y se ha ido perdiendo el oficio. En España cada vez quedan menos. —¿Cómo le afectó la crisis? —Nos afectó, pero de cualquier pueblo me pueden llamar porque hay gente a la que le gusta cuidar mucho los detalles, aunque tarden más en hacerse la casa. Buscan salirse de lo corriente. Y para eso internet es una herramienta clave. —¿Cuánto se resintió su facturación? —Mucho, perdimos una quinta parte o más, porque hubo años con una facturación diez veces mayor que ahora. No somos una empresa grande, pero entre fundición, soldadura, pulido e instalación, con la crisis estuvimos en situación de casi cerrar, pero aguantamos y afortunadamente tenemos pedidos. —¿Notó mejoría en 2014? —Lo estoy notando más este año. En 2014 no pudimos coger vacaciones de verano, pero antes estuvimos tres meses de primavera sin movimiento. —¿La solución es salir fuera? —Sí, precisamente por eso fuimos a la feria Habitat de Valencia de la mano de Extenda. El lujo vende en países como Emiratos Árabes y Argelia. A ellos lo que les gusta es el dorado, el latón, y el latón trabajado, no liso ni mecanizado. —¿De dónde viene su materia prima? —La compramos del chatarrero, reciclamos. Parte de una trompeta, elementos de armas o balas se transforman en cabeceros de cama o barandillas. Tenemos la fundición en San José de la Rinconada. —¿Cómo está el sector del mueble? —Muy tocado. Antes la feria de Valencia era algo exagerado y ahora se ha recortado, se nota que muchas empresas han cerrado. Hay mucha competencia y se ha globalizado el mercado. Todo el mundo tiene los mismos muebles. La alternativa es bajar precios y reducir costes, pero para mí no. Busco hacer lo que no hace nadie. El que posee cierto dinero desea separarse de lo corriente. ~

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