Si el fútbol se juzgara como el boxeo -a los puntos-, que no le quepa la menor duda a nadie de que el Betis hubiera ganado en Almería. Ahora bien, el fútbol se juzga por la mayoría de goles que un equipo hace sobre el contrario, y el Betis hizo todo lo que no debe de hacer un equipo para perder un partido.
Regaló el único gol del encuentro en un fallo de su portero Casto y sus compañeros erraron todo lo fallable para no poder brindar al guardameta bético una victoria que hubiera empequeñecido su lapsus. A saber: dos fallos, uno de Emana y otro de Sergio García, que, solos ante el portero, enviaron sus tiros fuera cuando el gol parecía seguro. Y, para colmo, dos tiros al larguero de los mismos jugadores en los que, esta vez, hasta la fortuna fue esquiva con el equipo de Heliópolis.
Análisis. Analizados los múltiples errores que cometió el equipo de Paco Chaparro, y entrando en la valoración de su juego, hay que decir que la primera parte del once bético fue de suspenso y que, cuando mejoró en la segunda, todo su fútbol y su dominio no tuvo el certificado del gol que hasta en cuatro ocasiones tuvieron sus futbolistas en sus botas, pero que entre el larguero y sus desaciertos no lograron batir a Diego Alves, el meta brasileño del Almería.
Situación peligrosa. El equipo, que ya está a sólo cuatro puntos de las plazas de descenso a Segunda, se ve abocado de nuevo a una situación peligrosa. Ahora, sólo hace falta que la Copa sea capaz de serenar los nervios para que el equipo pueda tomar un vuelo y salir de la zona complicada en la que se ha metido por sus propios errores. El Real Unión, un buen equipo de Segunda B que ayer perdió 4-0 contra el Guijuelo, no puede ser un obstáculo al despegue del conjunto verdiblanco.
