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Feminista y socialista, la armonía perfecta

el 09 sep 2012 / 15:02 h.

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Nació en Madrid, pero se siente sevillana. De hecho tiene cierta envidia de sus hermanos, que vinieron al mundo en la localidad cordobesa de Montoro, por no llevar, igual que ellos, sangre andaluza. Sin embargo, lo es. En Sevilla están enterrados sus padres, aquí ha vivido la mayor parte de su vida y en la capital andaluza están su marido, sus hijos y sus nietos.
A Amparo Rubiales le gusta definirse como feminista y socialista. En ese orden. No tiene pelos en la lengua, siempre dice lo que piensa, a riesgo de ser imprudente. "Quizás -reflexiona- parte de mi éxito tiene que ver con eso". Estudió Derecho en Sevilla, se doctoró y aprobó las oposiciones para ser profesora en la Universidad. Sin embargo, se topó con una realidad que no le gustaba: Franco. Por ello, asegura que las circunstancias le "obligaron" a meterse en política para luchar por la libertad y la democracia. Pensó que aquello sería algo coyuntural, pero en 1975 terminó afiliándose al Partido Comunista, para pasar en 1982 a formar parte del PSOE.
Amparo Rubiales ha sido precursora en muchas cosas. Pero sobre todo "en ser la primera". En 1982 se convirtió en la primera consejera de la Junta de Andalucía de la mano de Rafael Escudero, fue la primera concejala del Ayuntamiento de Sevilla en 1979 y también la primera delegada del Gobierno en 1993. Sabe que ha abierto camino a otras mujeres, pero también está segura de que queda muchísimo por hacer. Por eso defenderá siempre los gobiernos paritarios y la discriminación positiva hacia la mujer. Sin embargo, piensa que aún queda mucho para ver a una mujer como presidenta de la Junta de Andalucía. No porque no las haya buenas, "que las hay", sino porque asegura que la comunidad tiene un gran presidente -José Antonio Griñán- y que, si los andaluces quieren, será duradero. Insiste en que otro modo de hacer política es posible y analiza el actual Gobierno de coalición entre PSOE-A e IULV-CA como un reto "importante".
Defensora a ultranza de la mujer, llegó a afirmar hace años que había abortado, a pesar de ser mentira, para apoyar el aborto como un derecho, no como un deber. Por eso, le cuesta entender la política llevada a cabo por el Ministerio de Justicia, que prevé eliminar que la malformación del feto sea un supuesto válido para abortar. Un hecho "incompresible y brutal" que le supuso un "mazazo" del que todavía no se ha repuesto.
Lleva la política en la sangre y le cuesta imaginar su vida sin ella, aunque, confiesa, que en algún momento ha pensado dejarlo. Cuando el presidente Griñán le propuso ser presidenta del PSOE andaluz hace poco más de un mes se le planteó un gran dilema: Jamás se planteó tener que sustituir a una fémina. "Rosa Torres ha hecho un gran trabajo y reemplazarla suponía acabar con la consolidación del liderazgo de las mujeres". Sin embargo, al contar con el beneplácito de Torres, y consciente de la "difícil" situación de país decidió aceptar ya que le parecía injusto no echar una mano. Y a ello le suma, claro, que le cuesta mucho decir que "no".

La lista de cargos es casi inagotable. Ha sido concejala en el Ayuntamiento de Sevilla, vicepresidenta de la Diputación Provincial de la capital hispalense, consejera de la Junta de Andalucía, diputada andaluza, senadora por Sevilla y diputada por esa misma circunscripción, gobernadora civil de Sevilla y delegada del gobierno en Andalucía, vicepresidenta segunda del Congreso de los Diputados, miembro del Consejo de Estado y, ahora, presidenta del PSOE andaluz. Sin embargo, no tiene claro si es una mujer de poder. De hecho, se define a si misma como una "mujer de mujeres" -lo que da título a su libro publicado en 2008-. La razón: asegura que nunca ha tenido poder, sino que más bien ha sabido ocupar los espacios que le han dado.

Ahora mismo ve con preocupación el momento que vive España. Ve con tristeza cómo "una mujer se hace dueña de Europa" tomando decisiones que, para ella, no son del todo correctas. El presente se transforma en futuro al hablar de sus nietos. Tres niños y una niña que son la ilusión de su vida. No le preocupa especialmente el porvenir, como mujer, de la pequeña. Más bien tiene en mente a todos los españoles en general, y confía en que ellos tengan un futuro mejor. Tiene esperanza y ganas de sobra para seguir luchando por alcanzarlo.

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