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Gaza

Gaza es un territorio chico, apenas 360 kilómetros cuadrados, unas dos veces y pico más grande que Guantánamo, enclave norteamericano en la bahía cubana del mismo nombre. La comparación no es baladí, uno y otro son los centros de reclusión más importantes del planeta; uno y otro son centros de convulsión política mundial; uno es la metástasis del otro.

el 15 sep 2009 / 20:40 h.

Gaza es un territorio chico, apenas 360 kilómetros cuadrados, unas dos veces y pico más grande que Guantánamo, enclave norteamericano en la bahía cubana del mismo nombre. La comparación no es baladí, uno y otro son los centros de reclusión más importantes del planeta; uno y otro son centros de convulsión política mundial; uno es la metástasis del otro.

Sin Gaza, un trocito del endebilísimo proyecto de construcción de un estado palestino, no tendría Guantánamo su sentido actual: centro de reclusión ilegal del terrorismo islámico-hasta la ocupación de Palestina no lo había- . Son sesenta años de frustración de los intereses árabes como consecuencia de la proclamación unilateral en 1948, tras la segunda guerra mundial, por parte de unas Naciones Unidas integradas prácticamente sólo por los aliados, del estado de Israel, de espaldas a la nación árabe y a los propios palestinos.

Por enésima vez, el ejército que creara Ben Gurion ha decidido que la solución de los problemas judíos consiste en masacrar a los palestinos. Ahora, la excusa es la existencia de Hamás, como si la organización política y terrorista no fuera precisamente la respuesta a la falta de voluntad israelí de acordar algo viable. Livni y Barak, derecha e izquierda, dicen que las bombas llevan destinatario pero eso ya no lo cree nadie, aún reconociendo el derecho a defenderse de todo el mundo, incluyendo naturalmente a los palestinos.

Me parece impúdico ni siquiera plantearme que esta escalada de violencia tiene objetivo electorales, por lo que prefiero creer que es un aviso a Obama, o tal vez del propio Obama: las cosas no van a cambiar sustancialmente en Palestina, ni ahora. Mientras, el mundo, sensible con Guantánamo, consiente con Gaza. Es verdad que Hamás, como Hezbolá, ya no quieren ni dos estados con una capital común en Jerusalén, pero eso sólo los sitúa en el extremo, como también está en él el propio Likud, que sienta sus reales en un Kneset cada día más sionista. Los generales saben que no ganarán, pero el negocio consiste en seguir.

Licenciado en Derecho y Antropología

aroca.javier@gmail.com

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