En un lastimero discurso, Bush urge al Congreso de EEUU para que dé su visto bueno al plan de rescate financiero. "Si no actuamos ahora, la situación empeorará día a día". Las bolsas dan un margen de confianza y superan el pánico del pasado lunes negro. Se confía en una solución esta misma semana.
El presidente de EEUU, George W. Bush, los candidatos presidenciales y los líderes del Congreso mantuvieron ayer una intensa ronda de contactos para tratar de salvar el plan de rescate financiero rechazado por la Cámara de Representantes. Con el gesto solemne, Bush compareció ayer ante las cámaras por segundo día consecutivo para asegurar a los "ciudadanos en todo el mundo" que la derrota del plan de rescate "no es el final del proceso legislativo".
Sin embargo, sí instó al Congreso a alcanzar un acuerdo porque "estamos en un momento crítico para nuestra economía" que requiere una actuación "urgente" porque "si no actuamos ahora, la situación empeorará día a día".
El fracaso del proyecto de ley provocó el desplome de los mercados internacionales. El índice Dow Jones de la Bolsa de Nueva York registró el pasado lunes la peor caída por puntos de su historia, aunque ayer se recuperó levemente.
El proyecto de ley está valorado en 700.000 millones de dólares (497.000 millones de euros), una cantidad que ha asustado a muchos contribuyentes, pero el presidente declaró que esa cifra queda pequeña frente al billón de dólares (700.000 millones de euros) que se perdió el lunes negro bursátil. Por su parte, los líderes del Congreso continúan sus contactos para tratar de persuadir a los legisladores de encontrar una solución.
En el Senado, el líder de la mayoría demócrata, Harry Reid, afirmó que es necesario "dejar a un lado los reproches y avanzar en lo que es necesario para nuestro país", mientras que el de la minoría republicana, Mitch McConnell, aseguró que "resolveremos el asunto esta misma semana".
Las partes se juegan mucho, y lo saben. Del plan de rescate depende la salud del sistema financiero, pero también el prestigio de cada parte implicada en las negociaciones. Bush, que pensó que su legado estaría dominado por la guerra en Irak, ha visto cómo la economía le estalla en las manos a cuatro meses antes de dejar la Presidencia.
El mandatario, que llegó a la Casa Blanca como el primer presidente con un título de máster en economía, se encuentra lastrado en su capacidad de influencia por su escasa popularidad (apenas un tercio de los votantes aprueban su gestión) y el poco tiempo que le queda en el poder. Conseguir que se resuelva la crisis le permitiría recuperar algo de prestigio y salvar su legado.
Mientras tanto, las bolsas europeas lograron estabilizarse ayer tras las fuertes caídas que sufrieron la víspera, aunque la presión sobre los títulos bancarios no aminoró, sobre todo en Milán. Esta plaza, que a diferencia de otros mercados del Viejo Continente cerró a la baja, asistió al desplome del banco Unicredit, cuya cotización se suspendió y reanudó en varias ocasiones.
Se temía otro caos bursátil, un martes negro que sucediera al del lunes, pero al final el lastimero discurso de Bush y su confianza en sacar adelante el plan rescate surtieron efecto.
En el caso del indicador español Íbex 35, su revalorización fue del 0,38%, aunque acumula un varapalo del 8,7% en el conjunto de septiembre y del 27,6% desde que comenzara el año.
En la bolsa española, animada por el rebote de Wall Street, Repsol YPF avanzó el 2,45%; BBVA, el 1,06%; Banco Santander, el 0,38%, e Iberdrola, el 0,14%. Sólo bajó Telefónica, el 0,06%. Bankinter comandó las ganancias del Íbex 35 con un alza del 5,29%, mientras que Inditex lideró las pérdidas con retroceso del 4,41%.
