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Haití vale un esfuerzo

el 10 jun 2012 / 18:07 h.

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Carmen Delgado, Rogelio Garrido, Consuelo García y Antonio Moro, con el premio.

Han pasado más de dos años pero lo siguen recordando como si aún estuvieran allí. El grupo de médicos del hospital Virgen de Valme que acudió a Haití para ayudar tras el devastador terremoto que mató 316.000 personas, dejó heridas a 350.000 y sin hogar a un millón y medio ha recibido recientemente la distinción de la Diputación. Aunque ahora vuelven a disfrutar de todas las comodidades de un país avanzado, no dudan al afirmar que volverían a Haití.

El equipo de cooperación lo coordinó el doctor Rogelio garrido, jefe de servicio de obstetricia y ginecología de Valme. Desde su puesto fue tirando poco a poco del personal y ninguno de los diez médicos dudó a la hora de dar el sí. Lógicamente, en sus familias había ciertos temores. "Habíamos dicho que sí pero al llegar a casa mis hijas me dijeron que no, era lógico el miedo de las familias", reconoce Consuelo García, pediatra que formó parte de la expedición. Bien mentalizados, sabían a lo que iban y que más de una vez tuvieron que hacer de tripas corazón.

Cargados con casi 6.000 euros de material sanitario y a pesar de algún que otro inconveniente en el aeropuerto de Miami lograron llegar a Haití tras un aterrizaje algo complicado. "Allí no garantizan la seguridad porque el aeropuerto no tiene torre de control", recuerda Antonio Moro, jefe del servicio de bioquímica del hospital sevillano. "Era un caos total, lo primero que nos pasó por la cabeza fue dónde nos habíamos metido. Al otro lado de la reja del aeropuerto mucha gente mendigaba, la pobreza era absoluta", explican. Los 60 kilómetros que recorrieron desde el aeródromo hasta su campamento fueron "deprimentes". Todo estaba completamente devastado y ahí supieron que la experiencia que tenían por delante resultaría gratificante en lo profesional pero muy dura en lo personal.

Una vez instalados, en tiendas de campaña, comenzaron a trabajar. Sin mirar el reloj porque siempre había personas a las que atender y operar y con las condiciones que pudieron. "Recuerdo que llegué por la mañana y me puse a operar directamente, tarea había muchísima y sólo parábamos cuando se iba la luz", explica la cirujana Carmen Delgado. Aún sí, comparando el hospital en el que trabajaban con el de Valme "daría miedo" pensar que ahí se puede trabajar "incluso un día se metió una gallina en el quirófano", recuerdan, pero es lo que había y no era momento para lamentos.

"El terremoto lo que ha puesto de manifiesto es una situación que ya existía de pobreza extrema, y enseñó a todo el mundo la situación de caos que vivía en el país". De hecho, encontraron patologías que nada tenían que ver con el seísmo y que lógicamente, también operaron. Aún así, los niños les arrancaban una sonrisa hasta el punto de que una mañana les oyeron cantar: ¡Ese Cádiz Oé! y ¡Mucho Betis!

Tras quince días, tocó regresar a España. Una experiencia única que les ha hecho dar muchas vueltas a la cabeza y valorar todas las comodidades que tienen ahora, en sus casas y en el hospital pero que les ha dejado una idea muy clara: volverían.

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