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Innovar tras 30 años en las aulas

Educación premia a la maestra María del Carmen Carrillo y a la orientadora María Josefa Concepción García por su continua adaptación para motivar a su alumnado.

el 02 dic 2014 / 16:00 h.

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Ambas superan las tres décadas entre púpitres pero lejos de estar quemadas, su dedicación y capacidad de adaptación a los cambios que exige el alumnado las ha hecho merecedoras del Premio al Mérito Educativo concedida por la Delegación de Educación en la categoría de menor labor innovadora. En el caso de María del Carmen Carrillo, maestra del colegio público Julio Coloma, la candidatura partió de los padres de dos generaciones de alumnos que han pasado por sus manos y han visto como sus hijos no solo aprendían sino que iban felices al colegio, tanto que incluso malos no querían perderse unas clases que nada tienen de magistrales con un profesor dando la lección y unos estudiantes escuchando sino que pretenden ser un proyecto conjunto de investigación cada día, dentro o fuera de las paredes del centro según convenga. La candidatura de María Josefa Concepción García partió de la dirección del instituto Leonardo da Vinci porque si alguien conoce el centro desde todas las perspectivas es ella, ya que fue maestra de EGB del antiguo colegio Padre Pío y, cuando se transformó en instituto, hizo Pedagogía y se sacó la plaza de orientadora si bien antes fue secretaria, jefa de estudios y hasta directora. Tiene por tanto una visión igual de global del sistema que de sus alumnos, para los que las puertas de su despacho están siempre abiertas.   María del Carmen Carrillo. Maestra del CEIP Julio Coloma «Hay que huir de la rutina del libro de texto, que adormece» Imagen-LML_0277-copiawebLleva 33 años en la docencia pero no solo no se ha acomodado sino que mantiene una ilusión por «acompañar» a los niños en su aprendizaje y una rebeldía hacia los métodos tradicionales. Maestra del colegio público Julio Coloma desde hace 18 años, tiene claro que «la base es huir de la rutina del libro de texto, que es lo que tiene adormecida a la escuela» y que el fomento de la lectura es clave porque «un niño que lee crece normalmente sin problemas académicos». Eso sí, sin obligar. Su empeño es que sus alumnos lean «por placer, que le pierdan el miedo al libro y deseen abrirlo para saber más». Y teniendo en cuenta que en los recreos uno de los lugares más animados es la biblioteca, de la que es responsable, parece que tiene éxito. Para ello reconoce que hay que escuchar sus gustos porque «muchas veces los maestros queremos que lean libros que a ellos. porque van creciendo y los gustos van cambiando. no les interesan» y crearles la curiosidad, «que sepan que necesitan leer para conocer cosas de su ciudad, un monumento o un viaje». Procura «no enseñar a los niños cosas que puedan descubrir por sí mismos» sino plantearles «retos» y acompañarles en la investigación. Muchas de sus clases tienen lugar fuera del aula. Cada visita a monumentos, para historia o arte, o a espacios naturales para conocimiento del medio se prepara previamente, los niños llevan cuadernos de campo y rara vez realizan el recorrido guiado sino que «lo hacemos nosotros mismos» a partir de la información trabajada y de regreso a clase continúa el proyecto. Pese al premio se define como «una maestra de base» cuyo secreto es «escuchar» al alumno. Sus favoritos son los «preadolescentes porque ya ven la vida con otros ojos y se puede sembrar mucho en ellos».   Mª Josefa Concepción García. Orientadora IES Leonardo da Vinci «Al no calificarles, los alumnos se abren más al orientador» laura-01Cuando comenzó a dar clases como maestra de EGB, en el antiguo colegio Padre Pío que en el curso 98-99 se transformó en instituto, no existía la figura del orientador en el sistema educativo «y de hecho en Primaria no existen, solo equipos de orientación itinerantes». A su juicio, «ha aportado muchísimo» y «complementa al docente» porque «al no tener que calificarles en ninguna materia, los alumnos se abren más. Es frecuente que vayan a verte al despacho para contarte sus cosas». Y en Secundaria especialmente porque «los profesores son licenciados con un curso de adaptación pedagógica, están perfectamente cualificados para dar su materia pero no tienen esa visión global del alumno». Tras ser maestra, secretaria, jefa de estudios y directora, reconoce que la orientación le gusta especialmente por ese trato tan directo con los alumnos y el conocimiento completo de sus circunstancias. El IES Leonardo da Vinci, en la barriada de Palmete-Padre Pío, es un centro de difícil desempeño en el que estudian 300 alumnos y hay dos orientadores. Se trabaja «una educación a la carta» intentando que cada alumno llegue al máximo de sus posibilidades. «A los que más pueden, les damos más para que se esfuercen y a los que les cuesta más trabajo les ofrecemos opciones. Intentamos que nadie se quede excluido». Una de las funciones del orientador se produce cuando hay conflictos. Tras más de 30 años en la enseñanza, dice que «los conflictos son los mismos, lo que sí ha cambiado es que lo que antes se daba en niños de tercero y cuarto de ESO ahora se plantea en los de primero y segundo». Y hoy «muchos conflictos entre compañeros no tienen su origen dentro del centro sino que cuando salen por las tardes en las redes sociales o por whatsapp se generan conflictos que luego se trasladan cuando se ven al día siguiente».

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