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La Catedral y una misa de difuntos

Unos 500 aficionados del Sevilla animaron a su equipo en San Mamés. La ilusión del liderato se escapó y ahora queda pensar en objetivos reales.

el 03 nov 2014 / 09:46 h.

ATHLETIC BILBAO - SEVILLA Medio millar de aficionados del Sevilla se acercaron a San Mamés para animar a su equipo. Foto: EFE. Un 2 de noviembre, día de los difuntos, es una mala jornada para celebrar nada. Así se lo tomó, al pie de la letra, el Sevilla a la hora de desperdiciar la opción de ponerse líder de la Liga en la denominada Catedral del fútbol español. San Mamés, un campo que últimamente no se le está dando nada bien al conjunto nervionense, enterró las opciones que tenían los sevillistas de encaramarse a la primera plaza del campeonato. Ahora se ha colocado el Real Madrid y unos pocos equipos fuertes por el medio, por lo que la ilusión de poner el teletexto –cada vez más en desuso– y que los aficionados vieran a su equipo encabezando la  clasificación se queda para otro momento u otro año. Tenía razón Unai al tildarlo de “utopía”. Pese a la fecha tan negra y llena de supersticiones por tratarse del día de los difuntos (o de los muertos), al Sevilla no le faltó el apoyo desde las gradas del nuevo coliseo rojiblanco de medio millar de fieles. Los asistentes al espectáculo hablan de un apoyo incondicional y que hizo, incluso, enmudecer a San Mamés. Hay pocas hinchadas como la sevillista que se crezcan en situaciones adversas y ante públicos tan ariscos y antipáticos con los suyos. Porque el equipo de Nervión ya cae mal allá donde va. Es el precio que debe pagar por pelear en las alturas. Nadie hubiese soñado con que el Sevilla llegase a la jornada décima con opciones de liderar la clasificación si vencía en Bilbao. Y se quedó en eso, en una ilusión quimérica por ser el primero de un campeonato que de ninguna de las maneras puede adjudicarse. Este negocio está planteado para que los grandes se luzcan. Y ahí está el Real Madrid de los millones y los fichajes de relumbrón mundialista. La guerra del Sevilla es otra. Y eso que el equipo sevillista no hizo un mal encuentro. Ni bueno tampoco. Salió con brío a San Mamés. Aunque Aduriz le dejó claro en los primeros segundos que los puntos eran más importantes para el conjunto vasco. La necesidad saca a relucir las malas artes. Y el Athletic, por muy bien considerado y tratado que esté en las altas esferas, se mancha de barro cada vez que puede. Primero fue la presión sobre un Estrada Fernández, colegiado catalán, que se vio superado en todo momento por el ambiente y la presión que se ejercía desde el campo por los mismos jugadores. Perdonar tarjetas, sobre todo si es la segunda, puede cambiar el signo de un encuentro. Y eso precisamente fue lo que hizo Estrada. ATHLETIC BILBAO - SEVILLA Unai Emery da indicaciones a sus jugadores desde el banquillo. Foto: EFE. No se debe escudar el Sevilla en el árbitro, pero las expulsiones de Aduriz e Iturraspe en el primer periodo fueron claras. También la de Mbia, todo hay que decirlo. La segunda de las armas que utilizó el Athletic fue la constante pérdida de tiempo. Como monaguillos mandados por una autoridad superior, los recogepelotas cogieron su petate y desaparecieron del rectángulo de juego. Varias veces tuvo que ir Denis Suárez a por la pelota cuando tenía que ejecutar un saque de esquina. Derrota final. Ilusión rota en el sevillismo. Dentro de la afición no sorprende –para nada– que esto suceda. Pero al menos queda la vivencia de los 500 valientes que dejaron oír su voz en el coro de La Catedral.

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