Economía

La crisis ‘se carga’ 25.900 fincas con casi 600.000 hectáreas en Andalucía

Las estadísticas del INE revelan, además, que el tamaño medio de las explotaciones se estanca.

el 18 dic 2014 / 10:00 h.

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La falta de relevo generacional, que es una denuncia constante entre las organizaciones agrarias, y la particular crisis del campo, sumada a la general de la economía, sin olvidar tampoco los vaivenes de Europa en materia agroganadera, han provocado la pérdida de 588.303 hectáreas de tierras y 25.884 explotaciones en la última década en Andalucía pero el grueso se concentró en el negro sexenio que discurrió entre los años 2007 y 2013. Fue, de hecho, una desaparición sin más porque el tamaño medio de la finca se estancó, y esto quiere decir que no hubo proceso de concentración parcelaria –al menos en la teoría, cuanto más grande, más competitiva–. Entre las explotaciones ganaderas con mayor bajada en la última década se encuentran las de ovino. En la imagen, Cazalla de la Sierra. / EFE Entre las explotaciones ganaderas con mayor bajada en la última década se encuentran las de ovino. En la imagen, Cazalla de la Sierra. / EFE La encuesta sobre la estructura de las explotaciones agrícolas del Instituto Nacional de Estadística, que se realiza cada cinco años y sus datos para el ejercicio de 2013 se publicaron ayer, arroja una especial trascendencia porque implica atajar la expansión del agro. Lejos de menguar, en Andalucía seguía y seguía creciendo: tendencia tradicional. En concreto, el año pasado la estadística contabilizaba en la comunidad 241.979 explotaciones agroganaderas, que sumaban 5.507.376 hectáreas. En 2003 eran 267.863 y 6.095.679, respectivamente. Y para 2007 las cifras, 254.293 y 6.004.568. Por tanto, esa pérdida de casi el 10 por ciento de la superficie y un porcentaje similar de fincas se produjo en los años más severos de la crisis económica, a tenor de las series históricas del INE. El tamaño medio por explotación –siempre con superficie utilizada– era de 22,75 hectáreas el año pasado, y del total (241.979) las menores de 10 hectáreas acaparaban el 73,77 por ciento. Sólo 8.436 (un 3,48 por ciento) superaban la barrera de las 100 hectáreas. Si trasladamos estos mismos cálculos una década atrás, la media era idéntica, el 75,21 por ciento estaba por debajo de las 10 hectáreas y un 3 por ciento superaba las 100. Se ha registrado, sí, cierta concentración –en especial en la horquilla que va de 10 a 50 hectáreas– pero ese proceso es muy lento. Del número de fincas para 2013, eran 234.680 las labradas (3.216.818 hectáreas) y 27.514 (1.152.179 hectáreas), las dedicadas a los pastos permanentes. Y aquí viene otra gran novedad estadística: frente al derrumbe de las primeras, aflora un incremento en las segundas pero sólo en número y no en superficie (las cifras para el año 2003 eran 18.835 fincas y 1.274.126 hectáreas). ¿Cómo evolucionó el regadío, más rentable que el secano? De las 3.216.818 hectáreas del conjunto de tierras labradas, 2.385.302, equivalentes al 74,15 por ciento, eran campos sin riegos, frente a las 831.516 irrigadas. Si nos retrotraemos a 2003, eran 2.522.289 de secano y 875.302 de regadío. Se aprecia, pues, una caída en los dos modelos de producción y que lo haga para el segundo resulta también una novedad estadística: léase, freno a la expansión del riego. Del total de campos labrados, 1.535.312 hectáreas (47,72 por ciento) se cultivaban para herbáceos, 1.423.599 (el 44,25 por ciento) eran olivares, los frutales acaparaban 230.215 y 23.823 las vides, siendo 3.869 las hectáreas para otras producciones. De la comparación con el año 2003 surge una bajada fuerte para los herbáceos, mientras que olivar y frutales descienden pero poco –en ambos casos, unas 5.000 hectáreas– y sí hay también un severo retroceso en viñedos . Y en el ámbito de la ganadería, 21.794 eran las explotaciones en 2013. Las más numerosas: 7.999 de ovino, 5.370 de bovino y 6.811 de equino. Con respecto a 2003, caída del 39 por ciento, especialmente importante en ovino. Más empleo familiar pero también más sociedades El empleo familiar en las fincas agroganaderas andaluzas sigue siendo el principal, a tenor de las cifras del INE. Es decir, que es el propietario o arrendatario de las tierras el que, junto con su familia, saca el rendimiento a la tierra. Eso sí, la evolución dice que cada vez son más y que también hay menos asalariados. En concreto, 310.617 fueron las Unidades de Trabajo Año (UTA o, en términos aproximados, los empleos generados) en las fincas andaluzas en 2013, con 182.787 (el 58,84 por ciento) de carácter familiar y otros 127.830 de trabajo asalariado (jornaleros), de los que 42.824 eran fijos y 85.006, eventuales. Si nos vamos una década atrás, eran 264.493 las UTA, con 125.031 familiares trabajando en las explotaciones y 139.461 empleados eventuales (32.826 fijos y 106.635 empleados esporádicamente, por campañas). Por tanto, fincas más familiares. Para evitar las distorsiones estadísticas por aquello de las grandes oscilaciones de las cosechas, vayamos al año 2007. Entonces las UTA agroganaderas en la región eran 255.957, de las que 133.344 eran familiares y 115.923, de personal ajeno tanto indefinidos como de jornaleros eventuales. De las 241.979 explotaciones con tierras contabilizadas el año pasado, 226.633 eran propiedad de personas físicas (por ejemplo, un agricultor), 5.531 pertenecían a sociedades mercantiles (empresas, personas jurídicas) y 137 a entidades públicas, según detalla el INE. Frente al descenso experimentado en el caso de los particulares y de las administraciones, crecen las sociedades mercantiles, pues en 2003 eran 4.546. La aparcería se dispara De las 267.863 fincas con tierras en 2003, el 91,3 por ciento eran explotadas en régimen de propiedad, frente al 13,7 del arrendamiento y un porcentaje residual de aparcería. De las 241.077 de 2013, la propiedad acaparaba el 86,83 por ciento y el alquiler, el 18,37 por ciento. En una década, la aparcería, sin embargo, se dispara: de 2.671 a 20.455 fincas. Te cedo la tierra, la cultivas y una parte para mí.

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