Los más de 100 kilos de cocaína y heroína robados de los depósitos de la Jefatura de Policía de Sevilla donde se guardan los alijos incautados valdrían en el mercado negro al menos cuatro millones de euros. En su lugar, para evitar que se notara su falta, el ladrón puso paquetes preparados por los propios traficantes a los que entregó la droga.

La Jefatura se despertó el jueves sacudida por una noticia que desalentó a muchos policías, abatidos por los primeros datos sobre el robo. Las investigaciones, muy avanzadas aunque aún sin cuajar en ninguna detención, hacen pensar que el autor es un agente con una estrecha vinculación a las redes de narcotráfico a las que entregaba la droga para devolverla al mercado negro, ya que los paquetes falsos que colocó en su lugar para disimular habían sido elaborados por profesionales. Tenían idéntico color y aspecto que los sustraídos, y sólo el análisis químico del contenido desveló que se trataba de sustancias inocuas.

Los traficantes suelen compactar la droga de gran pureza en ladrillos para transportarla con facilidad, y luego la cortan, es decir, la adulteran con sustancias generalmente inocuas, como la cafeína, para preparar papelinas, dosis aptas para el consumo con menor concentración de droga. Los ladrillos se envuelven para que no los dañe la humedad y casi siempre se marcan con símbolos propios de la red de traficantes -igual que las pastillas de droga sintética-. A falta de que al final de la investigación se aclare cómo se camuflaron los paquetes falsos, parece que su aspecto era idéntico al que tenían cuando se almacenaron, ya que no levantaron sospechas, lo que hace pensar que fueron elaborados por manos experimentadas.

Los agentes de Asuntos Internos llegados desde Madrid hace mes y medio para investigar este delito atribuyen el robo con toda probabilidad a un policía ya señalado de la unidad antidroga, dadas las medidas de seguridad que debió superar para cambiar los alijos, y consideran que el robo se ha realizado progresivamente durante alrededor de un año. Fue la propia Jefatura Superior de Policía la que al detectar la droga falsa envió un informe al Ministerio del Interior para que iniciase la investigación, lo habitual cuando se sospecha que el robo puede venir de dentro, para evitar cualquier connivencia entre investigadores y policías investigados.

Siete u ocho toneladas. En los almacenes de la Policía, situados en un sótano de la Jefatura Superior de Blas Infante, se guardan unas siete u ocho toneladas de droga que deben ser custodiadas a la espera de que, tras el juicio, el juzgado ordene su destrucción. Entre ellos hay unos 350 kilos de cocaína, valorada en unos 40.000 euros el kilo. La droga se guarda allí tras ser decomisada por la Unidad contra la Delincuencia y el Crimen Organizado (Udyco), la misma prestigiosa unidad a la que ahora se investiga, y que está encargada de la lucha contra las redes de narcotráfico más complejas, normalmente con conexiones internacionales para introducir droga desde otros países. También se almacenan cantidades menores incautadas por otros grupos policiales.

Los agentes de Asuntos Internos, que actúan bajo las órdenes de un juzgado de Sevilla que ha decretado el secreto del sumario por la delicadeza del caso, tienen claro que el autor fue un policía de la Udyco, ya que el depósito tiene varias puertas, protegidas por una llave maestra y dos cerraduras con candado y ninguna estaba forzada, lo que hace pensar que el ladrón contaba con las llaves o con un duplicado. A estos depósitos, situados bajo las dependencias en las que se expide el DNI, el protocolo obliga a que baje siempre una pareja de policías que tiene que informar de cualquier manipulación de los estupefacientes que se custodian.

En el peor de los casos podría haber un par de policías implicados, pero las persquisas realizadas descartan que se trate de una trama policial más amplia. Aún así, alguien ha conseguido robar una cantidad de cocaína y heroína que supera con mucho la media de cualquier alijo de los incautados en los últimos años en Andalucía.

Varios análisis. Lo que llama la atención es que un policía de los grupos antidroga se arriesgase a llevarse los alijos, cuando es sabido que al primer análisis, que realiza la Policía Científica cuando se incauta la droga, le siguen más: los abogados de los imputados en el delito pueden solicitar contraanálisis a laboratorios externos para verificar la pureza, que es una circunstancia determinante a la hora de enfrentarse a una condena, y también se vuelven a analizar cuando la droga se destruye tras el juicio, para comprobar que es la misma que se incautó.

Asuntos Internos ha llevado a cabo en este tiempo una sigilosa y minuciosa investigación de la que nadie se había percatado en la Jefatura, y cree tener identificado al autor del delito. De demostrarse, implicaría su expulsión fulminante de la Policía Nacional y una pena de prisión en su grado máximo, por tratarse de un policía y por haber abusado esta circunstancia para lograr apoderarse de la droga.

Sin embargo, las investigaciones aún no están finalizadas, quedan bastantes trámites y los arrestos se podrían demorar, lo que está minando el ánimo del resto de la plantilla.