En julio, el PSOE eligió a Viera secretario provincial con un 90% de los votos. Tras cinco meses, el control de la capital sigue dividido. El sector del alcalde vuelve a ser mayoritario, pero Viera ha reforzado su posición casi con los mismos votos y la llave de cuatro agrupaciones. En la provincia Viera no tuvo oposición.
Si en julio Viera se tuvo que blindar ante un ataque liderado por Sánchez Monteseirín (aunque luego se personificara en Demetrio Pérez), ahora era el sector del alcalde el que tenía que defenderse ante la ofensiva de Viera. Se anunciaban deserciones al bando ganador del último congreso, alianzas contra las direcciones actuales y un complejo proceso que debía aclarar el futuro de los socialistas en la capital cuando se afronta una importante reestructuración interna que debe desembocar en la reorganización del grupo municipal, la creación de la Comisión Ejecutiva Local y la elección del candidato para 2011.
Sobre el papel, el reparto de poder apenas ha sufrido modificaciones con respecto a la situación de 2007 (cuatro agrupaciones para Viera y seis para Monteseirín, sin incluir Macarena). Pero el núcleo del regidor no ha conseguido reeditar sus resultados de las asambleas previas al congreso. Aunque son procesos distintos e incomparables, entonces el sector crítico se impuso al oficialista en todas las agrupaciones menos en Triana. Tampoco en número de votos hay una gran distancia. La apuesta oficialista de presentarse en todos los distritos provoca que los críticos apenas hayan recabado un centenar más de votos que Viera (eso sumando los suyos a los de José Caballos). Unos 1.300 para los críticos y unos 1.200 para Viera.
El PSOE de Sevilla ha vuelto a demostrar tres características que le son inherentes. La primera, su capacidad de movilizarse. Ha logrado que 6 de cada 10 militantes se desplacen a sus agrupaciones para elegir a su secretario general, un índice de participación muy superior al de unas elecciones municipales (un 54,61% en 2007). Una media que cae en Triana a un 45,6% y sube en las agrupaciones de Este.
En segundo lugar, su perpetua división: en 8 de las 10 agrupaciones se han presentado dos candidaturas. No ha habido margen de negociación entre el sector del alcalde y el de Viera. Ha habido conversaciones pero todas interrumpidas, en muchos casos por los propios líderes.
Por último, la disposición a aliarse, pelearse y volver a aliarse con las mismas personas por intereses distintos. Si Caballos fue determinante en su apoyo a Viera en el congreso (no tanto por el número de votos sino porque sus avales hubieran permitido a Pérez presentar su candidatura), ahora se ha aliado con el sector del alcalde. Incluso con dirigentes de quienes se había distanciado hasta convertir sus diferencias en un problema personal, como Fernández. También Blas Ballesteros conformó una extraña alianza con el sector de Viera en Centro, finalmente decisiva, y la Ejecutiva Provincial fue capaz de poner como su líder en San Jerónimo a Evaristo Troya, que no sólo era de la órbita del alcalde, sino que está señalado por el PP como adjudicatario de contratos de proyectos municipales.
La agrupación de Troya representa uno de los pocos cambios en el mapa del PSOE de Sevilla respecto a 2007. Aunque, en la práctica, la modificación es limitada. Ni antes era José Castro Buján un incondicional de Monteseirín, ni ahora Evaristo Troya es un aliado seguro de Viera. Los socialistas suelen considerar esta agrupación como una estructura casi independiente, semifamiliar. En realidad, cada agrupación es un ente prácticamente autónomo en el que ni siquiera los dirigentes se atreven a irrumpir sin llevar a alguno de los líderes del barrio cogido del brazo. La asamblea de Centro es un caso paradigmático. Es una estructura independiente hasta el punto de que toda la retahíla de neologismos (caballistas, vieristas, guerristas) y los críticos tuvieron cabida en las dos candidaturas. Al final se resolvió por un número tan reducido de votos que se demostró la incidencia de un factor como el apoyo de Blas Ballesteros y Francisco Álvaro a esta lista. Del resto, nadie perdió sus feudos, salvo Viera en Bellavista, que pasa a compensar la pérdida de San Jerónimo de la mano de Raúl Medinilla, del sector crítico. Gómez de Celis mantuvo San Pablo, con una leve subida de la lista de Viera justificada por los críticos porque no tensaron demasiado la cuerda.
Tampoco Susana Díaz en Triana tuvo que movilizar a su base ante la falta de candidatura del alcalde. Los críticos tenían apoyos en este distrito, pero no los suficientes, y la derrota era segura. Alfonso Mir en Sur y Evangelina Naranjo en Miraflores apenas tuvieron problemas ante los candidatos de Viera, mientras que Francisco Fernández se apoyó en el citado pacto con Caballos para sacar un ventaja a su contrincante, Sergio Cebolla. Mención aparte merece Este. Los vieristas retomaron su control sobre la agrupación, pero la elección estuvo salpicada de polémica: el partido suspendió de militancia al candidato crítico el día de la votación.
A la espera de Macarena, el reparto sigue como empezó: 6 agrupaciones del alcalde y 4 de Viera.