Por José Serrano Rodríguez Habitual en el festival de Cannes, el director sueco Ruben Östlund participó con Play (2011) en la Quinzaine des Réalisateurs y con Involuntario (2008) y esta Turist en Une Certain Régard con la que consigue el Premio del Jurado. Una madre, un padre y su descendencia; una chica y un chico, representando el modelo de familia ideal. Un lugar; una habitación de hotel y una estación de esquí de los Alpes, posiblemente los espacios ideales para relacionarse. Unas vacaciones, seis días de duración, el tiempo perfecto para la convivir, divertirse y estrechar lazos afectivos. Un almuerzo en familia en una plácida terraza con vistas a las nevadas montañas. Una avalancha, la madre corre a proteger a sus vástagos, el padre huye para salvar su vida. Una vez más el tema de la familia, sus puntos de unión, los conflictos de sus miembros y sus debilidades puestas al descubierto. Tourist trata de eso, de entender los mecanismos de las diferentes cadenas que unen a los miembros de una familia; de realizar un calibrado y ajustado análisis del estado de sus eslabones, de la materia que los componen, de cómo se organiza su colocación y de cómo se regula su resistencia. Habla del comportamiento del hombre cuando este se halla inmerso en una situación crítica y cuestiona el porqué está diseñado de esta manera, de su forma, de su disposición, y si está obligado por las circunstancias y por qué es incapaz de responder como deseamos. Plantea reflexionar sobre un comportamiento considerado abominable, no reconocido, difícil de explicar. Va de lo aprendido, lo aceptado, lo exigible y lo condenable. La película es la demostración de lo que puede ver un ser humano puesto ante el espejo de su propia fragilidad. Visualmente deslumbrante y esencialmente perturbadora emociona y cautiva a partes iguales.
