Local

La nueva sensación del Aljarafe

Budare (Tomares). Impresionante barra y restaurante, de ambiente cosmopolita y pasión por los detalles.

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Es verdad que la dichosa crisis se está llevando por medio a muchos negocios y que el cliente tiene ya mucha reticencia a sacar un euro para gastar, pero también es verdad que esta situación está poniendo a cada uno en su sitio y seleccionando mucho los locales donde sí merece la pena rascarse el bolsillo.

Además, en estos tiempos revueltos, las nuevas apuestas están muy cuidadas y ofrecen un valor añadido importante en forma de cantidad, de calidad de las elaboraciones y ambientes muy cuidados. Exactamente éste es el caso de Budare. En cuatro meses que lleva abierto su relación calidad-precio es difícil de igualar y sus elaboraciones, cuidadas al extremo y con producto-producto, están a la máxima altura. Si a esto añadimos un ambiente actual y acogedor, buen servicio y una puesta en escena increíble, la cosa está clara, éste es uno de esos sitios donde tu dinero va a estar bien gastado.

El artífice de todo esto es Antonio Santos, a la sazón jefe de cocina, y su socia Ligia Domínguez. Antonio, oriundo de Venezuela, es un alma inquieta forzado a estudiar Caminos por vía paterna, pero con el alma entregada a los fogones desde la infancia. Compatibilizaba los planos con las sartenes hasta que un buen día le llamaron de Akelarre para trabajar. Desde entonces los puentes se quedaron colgando y no ha soltado los cuchillos hasta ahora. El curriculum de Antonio es impresionante, ha pasado por las cocinas de Subijana, Berasategui, Arzak, Adriá, Darío Barrio... y esto de los conocidos, pero conoce la cocina francesa, italiana, japonesa, naturalmente la natal y la española. Es decir, estamos ante un profesional como la copa de un pino, que además atiende personalmente la cocina y tiene su propia partida dentro del organigrama.

Como no podía ser de otra forma la cocina de Budare es de autor. Pero muy apoyada en producto y temporada y sin estridencias, ni palabras o fórmulas raras. Se le da a todo un toque muy actual en las presentaciones, pero el producto sigue siendo como siempre el protagonista. Cada plato busca mucho los contrastes y es aquí donde aparece la amplia formación de Antonio, que le permite trabajar sabores y texturas de medio mundo sin problemas.

Es una cocina sorprendente con elementos fácilmente reconocibles, a la que le gusta la complicidad con el comensal, con ese juego de contrastes. Podemos degustar en su barra o en su estupenda terraza unas tapas (hay menú especial para niños) o pasar al comedor y disfrutar de la amplia carta, en todos los precios contenidos, las raciones abundantes y llenas de técnica. Los chupa-chups de codorniz con jengibre y setas son un delicioso aperitivo, que ya no asusta a nadie y que aquí alcanza magisterio. La panceta de ibérico con brick, melocotones a la sidra y judías verdes, es una explosión de sabores en la boca, en la que quizá la panceta queda un poco seca, el salpicón de zamburiñas y pulpo, es una especie de ceviche refrescante que deja las papilas gustativas abiertas en canal para seguir... Nada se parece a nada, sin dejar de usar lo mismo que los demás. En Budare, la música suena diferente.

VALORACIÓN:

 Cocina Muy Buena
 Relación calidad-precio    
 Muy Buena
 Presentación Muy Buena
Ambiente
 Muy Bueno
 Servicio Muy Bueno
 Bodega Buena              

 

EL LOCAL:

 Propietarios: A. Santos y L. Domínguez.
 Dirección:  Glorieta Fernando Quiñones s/n, Edif.. Centris, local 4
 Teléfono: 954 153 884
 Horario:  De 13:30 a 16 y de 21:30 a 0.
 Día de cierre: Domingo noche y lunes.
 Vacaciones: Agosto

 Precio de la cerveza,el vino y el plato:

 1,50, 2,50 y 3,25 euros.
 Servicios: Comedor, admiten tarjetas, terraza, local accesible

 

EL PERSONAL:

 Cocinero:  Antonio Santos
 Ayudantes:  José, José y Miguel
 Maître:   Mónica

 

LA TAPA ESTRELLLA: Huevos de corral con espuma de patatas y trufa.

Impresionante plato, lleno de guiños vanguardistas, que se remata con una campana transparente -cristalino- hecha con patatas que mantiene los aromas de la trufa concentrados para disfrutarlos al romperla. Espuma de patatas al más puro Bulli, fina y cremosa y un huevo de corral en el fondo en su punto. Todo esto, además, invadido de los aromas del tartufo negro, el que lo prueba no quiere que se acabe nunca. Doy fe. 

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