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La pasarela y el nuevo parque de San Jerónimo: una ventana natural al río

La nueva pasarela de San Jerónimo deja ver especies hasta ahora ‘ocultas’.

el 14 dic 2010 / 19:25 h.

Jaime Palop, ayer, sobre la nueva pasarela que une los parques del Alamillo y San Jerónimo.

Fochas, cormoranes, patos, serpientes, rapaces nocturnas de todo tipo, especies invasivas como las cotorras, conejos y hasta un zorro. La nueva pasarela que une los parques del Alamillo y de San Jerónimo ofrece una vista espectacular de una reserva natural única en la ciudad, un rincón hasta ahora desconocido y no exento de peligros.

Las obras de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) para recuperar las márgenes del río y ampliar la zona verde de San Jerónimo posibilitarán que a partir de marzo la ciudad, y sobre todo los vecinos de este barrio, tengan una ventana abierta al río desde donde contemplar especies viviendo en un espacio donde la mano del hombre, o del urbanista, aún no se nota. Y es que el tapón o la corta de la dársena es un reducto virgen donde habitan plácidamente especies "únicas", como comenta el ingeniero jefe del proyecto de la CHG, Jaime Palop, quien calificó esta actuación como la "pieza final de la mayor transformación urbana de Sevilla desde 1992".

Lo cierto es que San Jerónimo ya no vivirá de espaldas al río gracias a un proyecto que costó 8,6 millones de euros y que, además de la nueva pasarela sobre el río, amplía el parque de San Jerónimo un 30%, ofrece una densa red de caminos (2.928 metros) y puso fin al muro en la avenida José Galán Merino.

Pero más allá de esta transformación urbana, lo que destaca del proyecto es que la nueva pasarela no sólo une las dos orillas, los dos parques, sino que transporta al peatón a otra dimensión. Sin ruidos, sin humos... Una reserva natural que debe conservarse.

Por este motivo, Palop aplaude la petición de Ecologistas en Acción para que el tapón de la dársena se cierre a las embarcaciones (incluidas piraguas) para no alterar el espacio natural. Según los conservacionistas, el Ayuntamiento tiene sobre su mesa un proyecto deportivo para la zona (con cable para esquí acuático, zona de atraque de motos acuáticas y bares), algo incompatible con un proyecto de restauración ambiental, financiado al 70% por la CHG a través de los fondos Feder.

Así, los vecinos de San Jerónimo podrán ver a la derecha del puente una singular reserva y a la izquierda, un parque para el disfrute de las familias.

Eso sí, aunque la obra de la CHG está previsto que acabe en marzo, está por ver si el Ayuntamiento tendrá fondos para rematar el parque (bancos, papeleras, labores de mantenimiento...). Si no es así, su apertura podría retrasarse, como ha sucedido con los parques del Tamarguillo, Guadaíra y Miraflores. "Puede pasar, pero nosotros estamos haciendo nuestro trabajo y no podemos hacer más", advirtió Palop, quien destacó las medidas ambientales puestas en marcha durante la obra.

Y es que el proyecto nació con mal pie. Los trabajos se pararon nueve meses y se tuvieron que replantear porque recogía la tala de 1.500 árboles, lo que provocó la protesta de vecinos y ecologistas y, después, el rechazo del propio Ayuntamiento. En principio, el puente y la zona verde debieron estar listos a finales del pasado verano.

Con todo, ahora no se talará "ni un árbol", excepto algún eucalipto "que esté a punto de caer", según el ingeniero jefe, e incluso se habilitó una UCI de árboles "que sufrieron 30 años de abandono".

La zona final de la dársena se repoblará con chopos y álamos, entre otras especies, pero sin quitar la vegetación actual, mientras que en las praderas de José Galán Merino habrá gramíneas, césped, árboles reciclados de la propia obra...

Por ahora, en toda la arboleda existente se han colocado protectores para evitar posibles daños durante el trabajo de las máquinas. Los troncos se aislaron para descartar golpes.
También se colocaron cajas anidaderas para aves insectívoras, rapaces nocturnas y murciélagos, ya que hay pocas oquedades en los árboles jóvenes. Para favorecer la presencia de conejos y reptiles, se hicieron acopios de piedras y de materia vegetal a modo de refugios e incluso majanos prefabricados.

Y para los cormoranes, posaderos. Con la idea de "aquerenciarlos" en la zona, se mantuvieron árboles tumbados para que estas aves acuáticas tomen el sol y descansen. Ramas y árboles que también usarán gaviotas, garzas y rapaces.

Y para que la obra afecte lo menos posible a los animales, todos los operarios (esta obra generará 15.840 jornales) recibieron un curso para sensibilizarlos hacia la fauna y la flora, además de un manual de identificación de especies y de directrices a seguir.

Eso sí, quien más vigila la obra es Ecologistas en Acción, puesto que su centro de interpretación del río está justo al lado de la pasarela, que estará lista este mes tras 30 días de trabajo con turnos de 23 horas. Para que su impacto sea mínimo, se pintará de verde, como su valioso fondo.

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