El retraso en la inauguración del Metro es la más lógica de las decisiones que ha tomado la Junta a la vista de los informes de la concesionaria sobre el socavón de Puerta Jerez. La seguridad es el factor fundamental por el que se debe guiar la administración en una obra pública, por más que el enésimo retraso en la inauguración le provoque un evidente desgaste de credibilidad y acreciente el escepticismo ciudadano. Probablemente, si el incidente no se hubiera producido a menos de un mes de la apertura, la trascendencia habría sido menor. Los técnicos de la UTE Metro de Sevilla calculan en un mes la demora provocada por el hundimiento y argumentan en su descargo que se está trabajando a una profundidad cercana a los 30 metros, algo que "no tiene precedentes" en Sevilla. La especial dificultad constructiva de la estación de Puerta de Jerez, aumenta los problemas para extraer los 150 metros cúbicos de tierra que han inundado los andenes. Será necesario además reforzar las pantallas de la estación con un forro de hormigón armado, restaurar todo el cableado y comenzar el periodo de pruebas del paso de los trenes por la zona, por lo que es muy probable que la apertura se demore aún más, con lo que la Junta la podría hacer coincidir con el día de la comunidad o las vísperas de la Semana Santa. Lo único claro a estas alturas es que el Metro será una realidad inminente en Sevilla, pese a algunas manifestaciones apocalípticas que vaticinan poco menos que un nuevo entierro del suburbano. La Junta tendrá que imponer la sanción que corresponda a la concesionaria si efectivamente se demuestra que no se garantizó la seguridad en la obra. Deberá asumir la responsabilidad del nuevo retraso, encajar las críticas de vecinos y comerciantes desencantados con el nuevo aplazamiento; exigir información hasta aclarar lo ocurrido y garantizar que no volverá a repetirse. Sólo así habrá un Metro eficaz y sobre todo, seguro.
