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Los frailes quieren despertar

El Monasterio de San José lleva tres siglos de abandono. Lugar semiderruido y pasto de innumerables leyendas, comienzan a surgir las primeras voces que piden su recuperación

el 22 dic 2013 / 23:30 h.

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image017El sueño de los frailes carmelitas descalzos del Monasterio de San José de Carmona ha durado demasiado tiempo, exactamente más de tres siglos. Ubicado en la cima de un promontorio, dominando un inmenso páramo cada vez más asediado por construcciones, el edificio, semiderruido, resiste al envite del tiempo. Una búsqueda en Google de datos sobre él arroja la cifra de 61.500 entradas relacionadas. Y sin embargo nadie o casi nadie conoce este enclave por su denominación original: Convento de los frailes o Monasterio del diablo son las acepciones que con más asiduidad se han instalado en el imaginario popular. Alimento de todo tipo de leyendas oscuras durante décadas, espoleado por buscadores de espíritus, mediums y programas de televisión consagrados a la fantasmagoría, este lugar es también foco de reunión de una parte de la comunidad gay que lo escoge para habituales encuentros de cruising. Ninguna administración ha mostrado alguna vez interés en restaurarlo, dando por buena la callada idea de que, en su estado actual, es capaz de atraer por sí solo a un cliente de lo más variopinto. Pero por primera comienzan a surgir voces discordantes que apuestan por poner en valor un lugar singular –que nadie jamás ha desacralizado– con una historia no menos extravagante. Ya Esteban Mira y Fernando de la Villa, en su ensayo Carmona en la Edad Media, anotaron escrupulosamente la estricta historia de un monasterio cuyo origen se remonta a 1686, cuando el carmelita fray Juan de la Concepción quiere instaurar esta nueva casa religiosa en el pueblo. Pero la fortuna nunca sonreiría a este empeño. En su periodo de creación acaecieron alrededor de él diversos sucesos luctuosos y, una vez erigido, se convertiría en el cenobio más pobre de toda la provincia de Sevilla. “La última remodelación se hizo en 1879, desde entonces el edificio iría entrando poco a poco en estado de abandono, y ya para entonces estaba sin culto”, anota el historiador Esteban Mira. “En el siglo XX las diversas circunstancias políticas y la desidia de las autoridades permitieron la ruina del Monasterio”, concluye. Jaime Calasanz, documentalista de la comarca de los Alcores, argumenta que “todo lo que había de valor en su interior se llevó en tiempos a la Iglesia Parroquial de Santa María Magdalena de Dos Hermanas pero ello no debería ser óbice para no restaurar de una vez por todas un edificio emblemático de la arquitectura religiosa de la época, y seminal para entender el devenir y el modo de vida de la orden de los carmelitas”. Su opinión ya la han refrendado una veintena de profesores universitarios ligados a la Hispalense que ven en este hoy macabro rincón de la provincia un enclave artístico que adecentar. A punto de activar una recogida de firmas en la plataforma on-line Change.org para tal fin, hay no obstante pareceres dispares. El periodista José Manuel García Bautista, que ha escrito en múltiples ocasiones sobre los hechos extraños que allí supuestamente acaecen, opta por mantenerlo como foco del misterio, permitiendo así que su aura de leyenda continúe creciendo. Pero hay quienes van más lejos, Javier Collado, parapsicólogo, valora negativamente invertir euros “en restaurar un edificio de muy poco valor artístico, antes al contrario el Consistorio de Carmona debería proceder, como el jiennense de Bélmez de la Moraleda, incluyendo el Monasterio, tal y como está, en su plan de promoción turística, para que todos los buscadores de lo oculto puedan acceder a él”. Dada la coyuntura y lo alejado de la villa es bastante probable que las mismas calamidades que su comunidad sufrió en tiempos –falta de canalización del agua, problemas con las lindes de otros vecinos, muertes inexplicables– continúen extendiéndose durante muchos años más. Aunque este tímido intento de recuperarlo pueda suponer la primera semilla de un futuro más esplendoroso.

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