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Los municipios sevillanos se olvidan de los 'botellódromos'

Alcalá del Río, Dos Hermanas, Guillena y Utrera son los únicos municipios de los 46 de la Gran Sevilla que se han adaptado a la conocida como Ley Antibotellón, aprobada en 2006 por el Parlamento andaluz, y han creado los obligatorios botellódromos.

el 15 sep 2009 / 21:46 h.

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Alcalá del Río, Dos Hermanas, Guillena y Utrera son los únicos municipios de los 46 de la Gran Sevilla que se han adaptado a la conocida como Ley Antibotellón, aprobada en 2006 por el Parlamento andaluz, y han creado los obligatorios botellódromos. El problema es que la ley no establece plazos, de ahí que no haya prisas.

La Ley Antibotellón prohíbe beber en la calle, con lo que permite a los ayuntamientos regular las concentraciones en las que se consuma alcohol e imponer las correspondientes sanciones a los que incumplan la ley. Sin embargo, la norma tiene otra cara que en este caso son los propios consistorios los que la incumplen: tienen que habilitar lugares concretos en los que no se multe a los que beban. Son los famosos botellódromos, y tres años después de aprobada la ley tan sólo cuatro municipios de los 46 metropolitanos han cumplido con su obligación: Alcalá del Río, Dos Hermanas, Guillena y Utrera. La clave radica en que estos botellódromos son obligatorios, aunque no se establecen plazos ni sanciones para los incumplidores.

¿Y qué es lo que argumentan las 42 localidades que no se ajustan a la ley? Pues las más pequeñas alegan que en sus calles no se hacen botellonas. Nadie, desde luego, se las imagina por ejemplo en Castilleja del Campo (633 habitantes) o en Albaida del Aljarafe (2.800). Lo que sí resulta llamativo es que municipios de gran población, como Alcalá de Guadaíra (68.452 habitantes) o Mairena del Aljarafe (39.831 habitantes), no cuenten ya con estos botellódromos.

En estas ciudades, los ayuntamientos dan una doble explicación: muchos de los chavales prefieren ir a divertirse a la capital, y los que se quedan cuentan con una importante oferta de bares y locales en la propia localidad. Por ello, insisten, las botellonas son esporádicas y las intervenciones policiales (que se pueden saldar con multas que oscilan entre los 300 y los 60.000 euros) son poco frecuentes.

Entre los que sí cumplen con la ley llama la atención Alcalá del Río (10.479 habitantes), donde cuentan con una zona de esparcimiento junto al Guadalquivir con iluminación, servicios portátiles y aparcamientos. "Tenemos la suerte de que el río pasa por el centro, generando un espacio libre en la orilla a un nivel inferior que permite que el ruido no pase al pueblo", explica el alcalde, Juan Carlos Velasco (IU).

En Dos Hermanas (120.323 habitantes), por su parte, aseguran que no tienen muchos problemas con la botellona, pero para ajustarse a la ley se adaptó para este menester (sin mucho éxito, por cierto) la zona de Canta el Gallo con aparcamientos y servicios públicos. Sin embargo, los jóvenes nazarenos tienden más a concentrarse por la zona de los juzgados, fuera de la zona establecida.

En cambio, en Guillena (10.624 habitantes) la medida parece haber tenido mejor acogida. Los chavales se reúnen en la Vereda de los Pañeros, que los aleja de las zonas residenciales a la vez que los acerca a la zona de movida, lo que beneficia a todos. Pero quizás sea Utrera (50.098 habitantes) el ejemplo más significativo, porque tiene habilitada una zona de invierno (en la antigua estación de autobuses) y otra de verano en Los Silos.

Del resto de 42 municipios que todavía no cumplen la ley son pocos los que se han planteado hacer su botellódromo, en concreto sólo tres: Sevilla, Carmona y La Algaba. El proyecto algabeño está en fase de estudio y aún no se conoce la posible ubicación del recinto, que se planea en las afueras. La iniciativa carmonense no está mucho más adelantada, porque el gobierno municipal (PSOE) no contó el pasado noviembre con suficientes apoyos y la oposición le tumbó su plan de habilitar unos terrenos junto al polígono El Pilero. En todos estos casos, la zonas pretenden albergar no sólo espacios para el consumo de alcohol, sino ofrecer más alternativas de ocio y otros usos culturales.

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