Nada más pisar Sevilla, este viernes a las once de la mañana, procedente de San Petersburgo, el alcalde dará una rueda de prensa para explicar una vez más cómo ha vencido al terrible Goliat, también llamado Icomos (órgano asesor de la Unesco). No está claro si el socialista Juan Espadas irá o no a recibirle a San Pablo, como dijo, pero lo cierto es que Juan Ignacio Zoido quiere sacarle partido a su victoria diplomática. Francisco Pérez, portavoz del Gobierno local, ya empezó a hacerlo en forma de acusaciones veladas contra la ahora oposición, PSOE-IU, volviendo a sembrar dudas sobre su gestión. Primero el PP cuestionó la legalidad del rascacielos, después pidió su paralización y, tras una defensa férrea del proyecto en Rusia, ahora el PP vuelve a sembrar dudas sin dar más pistas para sacar rédito político. Vuelta a empezar.
Por otra parte, la victoria de Zoido tiene sombras y quizás el conflicto no esté tan zanjado como él defiende. El alcalde se comprometió con el Comité de Patrimonio Mundial (a falta de conocerse la resolución final) a cambiar la normativa para que no se puedan construir más rascacielos ni en la Cartuja ni en el entorno del casco antiguo. Sí podrán levantarse en la periferia. Es decir, que el edificio de 178 metros que pronto será de CaixaBank será el único que rompa el cielo en esa zona. Algo que, según los expertos, podría ser hasta contraproducente. "Si esta torre estuviera construida con otras cuatro, cinco, seis o siete torres mejor agrupadas, ésta contribuiría al acervo arquitectónico de Sevilla", defendió ayer el arquitecto y Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2012, Rafael Moneo, tras indicar que debió evitarse.
El propio Víctor Fernández Salinas, secretario de Icomos España, sostiene que una sola torre "capta toda la imagen". "No sé si es peor que haya uno o más", ironizó. Además, los expertos también cuestionan que el Consistorio e Icomos puedan encontrar fórmulas para mitigar el impacto visual de la torre, otro compromiso de Zoido.
