Cofradías

Un chaparrón desbarata la Madrugá

La lluvia, que comenzó a arreciar a las 7.10, sorprendió a cinco cofradías en la calle

el 29 mar 2013 / 09:15 h.

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http://youtu.be/_i-kNEZ65hY De nuevo la lluvia erigida en protagonista de una nueva jornada pasional. Un chaparrón, que arreció sobre la capital al filo de las 7.10 horas, interrumpió de manera inesperada la noche más hermosa de Sevilla sorprendiendo a cinco cofradías en la calle. Sólo El Silencio culminó felizmente su salida procesional. El Gran Poder y El Calvario regresaron apresuradamente a sus templos al verse sorprendidos por el agua. Las tres cofradías de capa hubieron de buscar refugio. La Esperanza de Triana, en la Catedral;  Los Gitanos, cuyos pasos aún no habían entrado en Campana, en la Anunciación; mientras que la Macarena vio partido en dos su cortejo: el Señor de la Sentencia se guareció de la lluvia en la Anunciación y la Esperanza en la iglesia del Salvador. La corporación de San Gil ha sido la única que decidió regresar a su templo esa misma mañana. Un levísimo chispeo a la misma hora en que nacía la Madrugá y los primeros nazarenos de la Macarena ponían rumbo a la Campana desataba la preocupación y la incertidumbre. Con las puertas del paraíso ya abiertas junto al Arco, se miraba de reojo a San Lorenzo y los minutos se hicieron eternos hasta que desde la Basílica llegó la confirmación de que el Señor de Sevilla saldría a la calle. Una a una, las seis cofradías de la Madrugá decidieron abrir las puertas de sus templos y asumir el riesgo de un 20% lluvias débiles que anunciaban los pronósticos. La hermandad del Silencio solicitó la venia en el palquillo de la Campana unos minutitos antes de lo habitual. Había prisas en esta noche de temores a un amanecer que traía un riesgo de un 40% de lluvias débiles a partir de las siete de la mañana. Una ambulancia procedente de la calle Monsalves causó un cierto revuelo a la salida de los primitivos nazarenos de la iglesia de San Antonio Abad. El retraso con el que discurrió este Jueves Santo deparó una singular coincidencia: el Dulcísimo Nazareno entró en Campana con el sonido en la lejanía de Virgen del Valle, que sonó en la calle Laraña para la entrada en la iglesia de la Anunciación de la dolorosa de ojos verdes. Poco antes de la salida del Gran Poder chispeaba en San Lorenzo. Lo más fácil para la nueva junta de gobierno que rige los destinos de la corporación hubiera sido suspender la salida, pero con los tiempos que corren el Señor tiene que estar en la calle porque la gente lo necesita. Eso es lo que vino a decirles Félix Ríos, el nuevo hermano mayor, a sus hermanos poco antes de salir. IMG-20130329-WA0000Uno de los momentos más mágicos de la noche se vivió con la llegada de la Macarena a la Campana. Luciendo el restaurado manto de tisú, la dolorosa de San Gil se adentró en el pasillo central de la plaza a los sones de Macarena, de Cebrián. Antonio Santiago había dedicado esta levantá “por todos los que no pueden ver a la Virgen”, enfermos, ancianos y los que están en la cárcel. Pero fue al posarse de nuevo en el adoquinado cuando la Campana entera vibró con una de las saetas más magistrales y sobradas de fuerza escuchadas mucho tiempo ha en Sevilla en la voz de Manolo Cuevas, un joven natural de Osuna que comenzó a cantar saetas con 8 años a la Virgen de la Paz y que le tomó prestados unos versos de su pregón a otro ursaonense, Rodríguez Buzón, para desgranar una saeta para el recuerdo: “Madre Mía Macarena/ no hace falta que te alaben/ hermosa perla de San Gil/ porque todo el mundo lo sabe/ que de frente y de perfil/ más buena moza y más guapa no cabe/. Qué tienes tú Macarena, qué tienes en la mirá, que el que mira tu cara/ tiene que romper a llorar”. Poco después de las cuatro de la Madrugada, justo cuando el Cristo del Calvario se asomaba a la plaza de la Magdalena, el paso de una nube aislada y pasajera hizo brotar los paraguas y que, de nuevo, cundiera la alarma por unos minutos. Al Silencio le sorprendió este goteo en Cuna-El Salvador. Varias insignias de la hermandad de la Macarena fueron recubiertas con plásticos por unos instantes, pero afortunadamente la lluvia cesó. Segundo aviso. Las primeras ovaciones en la calle Pureza habían llegado mucho antes de que salieran los pasos. Haciendo gala de la variedad de matices de sus voces, el coro gaditano de Julio Pardo, acompañado de la banda de música de Santa Ana de Dos Hermanas, entonó ante la capilla de los Marineros la parte coral de la marcha Pureza Marinera, compuesta por el célebre corista gaditano en honor a la Esperanza. “Salve Reina y Madre Marinera, reza con tu barrio de Triana”. El misterio de las Tres Caídas deparó una salida un tanto insólita. Se asomó a una calle Pureza totalmente a oscuras con los sonidos de los tambores destemplados y con el Toque de Oración, un himno luctuoso dedicado en honor a  Paco Cantero, el padre de los capataces del palio, y al constructor de parihuelas,  Roberto Jiménez, fallecidos recientemente. Detallazo de la cofradía de la calle Pureza con el delegado de la Madrugá, Carlos López Bravo, macareno de devoción: el palio de la Esperanza se adentró en la Campana a los sones de la marcha Macarena, de Abel Moreno. En un año plagado de celebraciones y efemérides, la hermandad de Los Gitanos sufrió en sus carnes todo el retraso acumulado durante la noche, más de cuarenta minutos. Pero justo cuando el Señor de la Salud accedía a la Campana, al filo de las 7.10 horas, la lluvia comenzó a arreciar sorprendiendo en la calle a cinco cofradías. Los dos pasos de Los Gitanos, Martín Villa arriba, buscaron refugio en la iglesia de la Anunciación, donde segundos antes ingresaba a paso de mudá el misterio macareno de la Sentencia. A la Macarena le sorprendió la lluvia en la cercanía de la iglesia del Salvador, adonde buscó cobijo. Con el misterio de la calle Pureza ya en la Catedral, el palio de la Esperanza de Triana recorrió presuroso la Avenida para reencontrarse con el Cristo de las Tres Caídas en el trascoro catedralicio. El Gran Poder y El Calvario también sufrieron el azote del agua. El Señor de Sevilla, en una estremecedora chicotá, ingresó en la Basílica sin volverse al pueblo, como es costumbre. El manto de la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso fue protegido con un plástico. Los hachones que escoltan al Crucificado del Calvario escupían agua en las levantás. La cofradía ingresó en la Magdalena a su hora prevista. El epílogo a esta Madrugá de sinsabores lo puso la Macarena, que a partir de las 9.30 horas decidió reanudar su regreso a la Basílica reunificando su cortejo en la calle Orfila y discurriendo por Orfila, Javier Lasso de la Vega, Amor de Dios, Correduría, Feria y Resolana. Con el Señor de la Sentencia resguardado por un capote de color verde y el manto de tisú de la Virgen cubierto por un plástico, la Macarena posaba sus zancos en la Basílica a las 11.33 horas, justo cuando volvía a arreciar el agua en Sevilla.

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