Deportes

Marcha verde en tierra extraña

Los primeros grupos de aficionados verdiblancos comienzan a invadir la ciudad charra, donde este domingo el Betis se juega el ascenso.

el 12 jun 2010 / 15:28 h.

Béticos, Cruzcampo, Salamanca...

En el kilómetro 388 de la Autovía de la Plata, poco antes de Guijuelo, tres aficionados sostienen una pancarta en un puente sobre la carretera. ‘Siempre te seguiré, Betis’. El chaparrón arrecia y el agua cae sobre ellos, pero los tres aguantan allí hasta que pasa el autobús que conduce a su equipo hasta Salamanca.

En Salamanca, cosas de la vida, no hay ninguna peña bética. Es más: en toda Castilla y León tampoco consta que haya una peña dedicada al club de Heliópolis. Ya es extraño, pero eso no significa que en la ciudad del Tormes no haya béticos. Los hay. A millares. Los tres que dan la bienvenida a la expedición bajo la lluvia son un pequeño anticipo.

A primera hora de la tarde, la Plaza Mayor de Salamanca es la Plaza Mayor del Betis. Casi no hay sitio para los salmantinos en su propia ciudad. Miles de aficionados verdiblancos ocupan el espacio más emblemático de la ciudad castellana, muchos con entrada para el partido y muchos sin ella. Por ahora. En cualquier esquina, en cualquier rincón funciona la reventa. Son socios del Salamanca o ciudadanos que han adivinado el negocio.

Las entradas se venden al doble de su precio legal, pero las hay que alcanzan los 150 ó 200 euros. La conclusión es que hoy habrá más de 5.000 béticos en la grada del Helmántico.

A la hora a la que Salamanca se viste de verde y blanco, el Betis sale del estadio. Hasta Manuel Ruiz de Lopera acude allí para desear suerte a sus futbolistas y sus técnicos. También para prometer el típico premio, cómo no. El máximo accionista saluda tímidamente desde las entrañas del aparcamiento, pero no hace declaraciones.

En el autobús se sienta toda la plantilla. Víctor Fernández ha querido que nadie se pierda una cita tan trascendental y hasta los lesionados (Juanma, Nano...) hacen el viaje.
A las cinco y media, el Betis para a merendar en el Cruce de la Herrería, a unos quince kilómetros de Cáceres. Antes de estirar un poco las piernas y tomarse un zumo, los jugadores han visto Invictus, la película que habla de Nelson Mandela y del triunfo de Sudáfrica en el Mundial de rugby del que fue anfitriona. Después ven Braveheart, la película sobre William Wallace, el héroe de Escocia. La lluvia aparece mientras ven el film de Mel Gibson, a la altura del puerto de Béjar.

El agua ya se ha ido cuando el Betis llega a su hotel, en mitad de ningún sitio a las afueras de Salamanca, a las ocho y media. El equipo busca la calma, pero allí le esperan una boda, la de Raquel y Juan Carlos, las chicas atletas del club Gimnástica de Pontevedra, el consejero Manuel Castaño, el gerente José Antonio González Flores... y varias decenas de béticos. Y hoy llegarán más, muchos más. Porque béticos hay en todas partes, hasta donde se supone que no hay.

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