Cultura

Martirio y éxtasis en un acto

Crítica del espectáculo 'Sueña El Greco El Martirio de San Sebastián' que se estrenó el miércoles en el Teatro Central en el marco del V Festival de la Guitarra de Sevilla

el 31 oct 2014 / 00:05 h.

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Sueña El Greco El Martirio de San Sebastián * * * *  Teatro Central. 29 de octubre. Sueña El Greco El Martirio de San Sebastián. Intérpretes: Eduardo Martínez, actor. Francisco Bernier, guitarra. Zahir Ensemble. Juan García Rodríguez, director. Música: José María Sánchez-Verdú. Dramaturgia y dirección: Royds. F. Imbert. V Festival de la Guitarra.

Un trabajo como Sueña El Greco... merecería tener más recorrido. Pero conformemosnos con que su estreno se haya producido, en Sevilla además, espoleado por el V Festival de la Guitarra. El trabajo del dramaturgo Royds F. Imbert conllevó una abstracta y exigente dramatización del martirio de San Sebastián plasmado en una muy física performance del actor Eduardo Martínez. Obra polisémica, más afín en todo caso a la danza que al teatro, y con muy contemporáneas adhesiones al regietheater alemán

Martínez, desnudo en el escenario, padeció, sufrió, murió, resucitó como el santo transmutándose luego en un hombre del siglo XXI que vuelve de la pesadilla a un sofá frente al cual un televisor emite imágenes de Semana Santa, conectando con así con su sueño. O eso creímos entender. En todo caso, lo que sobre las tablas acaecía dialogaba de manera soberbia con la música que emanaba del estrecho e incómodo foso en el que Juan García dirigía a sus músicos de Zahir Ensemble.

Una colección de partituras de José María Sánchez-Verdú (Libro de Glosas, Kitab, Tauromaquias, Nada...) fueron desgranándose durante apenas una hora. La música del algecireño se remueve como un organismo vivo que respira y agoniza; por lo que en un sentido subjetivo entroncó de forma natural con el suceso al que el montaje hacía alusión. Poética de acordes musitados, soplidos, rasgados en la cuerda, afinaciones en el límite y acordes que se reiteran en fugaces bucles. La riqueza textural de la obra de Sánchez-Verdú se antoja inagotable; y García sabe transmitir a los intérpretes de Zahir cómo desgranarla.

Sentimos que el sonar se vió perjudicado, puntualmente, por los jadeos dolientes del actor;aunque comprendemos la voluntad de relectura de este trabajo multidisciplinar;y falló la alta amplificación de los instrumentos; que afectó de manera singular al violonchelo. El guitarrista, Francisco Bernier, entiende como suya la gramática del compositor; por lo que su prestancia en este mundo estético es siempre de la más alta competencia. Un momento trascendente, en fin, este Sueña El Greco en la agenda cultural sevillana de este 2014.

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