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Otra búsqueda sin resultados

Los técnicos vuelven a peinar Las Quemadillas sin rastro alguno sobre el paradero de Ruth y José

el 25 jun 2012 / 18:41 h.

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Las esperanzas de encontrar alguna pista sobre el paradero de Ruth y José, los dos niños desaparecidos en Córdoba hace casi nueve meses, volvieron a frustrarse ayer. La nueva búsqueda en la finca de los abuelos paternos en Las Quemadillas no dio resultado pese al amplio dispositivo que se montó desde primera hora de la mañana.


Otra vez se usó el georradar para peinar a fondo la parcela. Un grupo de geólogos de la Universidad de Huelva y de la Politécnica de Madrid se sumaron a las labores de rastreo, aunque no se arrojó ninguna pista sobre los menores. El juez que instruye el caso, José Luis Rodríguez Lainz, ordenó el nuevo registro porque está convencido de que el padre de los niños, José Bretón, en prisión, pudo matar a sus hijos para hacer daño a su exmujer y luego "hacerlos desaparecer" en algún lugar recóndito de la finca. Incluso piensa que el acusado pudo construir un habitáculo donde esconder los cuerpos, aunque no descarta que los pequeños estén vivos o fuera de España.


Hace poco más de una semana, el operativo extrajo de Las Quemadillas gran cantidad de tierra y arrancó árboles, todo ello usando maquinaria pesada, como excavadoras y otros medios sofisticados, y en todo momento con la presencia de Bretón. Aparte de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV), participaron en el dispositivo miembros del grupo operativo de intervenciones técnicas de policía, especializado en detectar zulos; ingenieros agrónomos y de montes y operarios del Ayuntamiento de Córdoba.


Según el auto de procesamiento, el padre de los niños llegó el día de la desaparición a las 13.46 horas a la finca acompañado por sus dos hijos y no salió hasta las 17.30 horas. Durante ese espacio de tiempo, según el juez, Bretón aprovechó para realizar el plan que supuestamente ideó desde hacía casi un mes, después de que su mujer decidiera poner fin a su matrimonio. El juez relata que "si lo que pretendía el encartado era causar el mayor mal posible a su esposa, en despecho por la que consideraba humillante ruptura de la relación matrimonial, es evidente que la solución que menos problemas podría acarrearle era la de matar a sus dos hijos y hacerlos desaparecer; contando como contaba de un amplio margen de tiempo para organizar un pequeño habitáculo para dar cabida a lo que no eran sino dos pequeños bultos con un peso no muy superior a los 30 kilos".

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