Nacido cerca de Reus en 1977, fundador de la revista Verbigracia y miembro del equipo de redacción de la revista digital La siega, ha supuesto una gran sorpresa de la narrativa española con su primera novela, El anarquista que se llamaba como yo (Acantilado), que escribió haciendo eso que llaman googling: tecleando su nombre en Google y descubriendo a cierto personaje histórico que llevaba su nombre... ¿Detrás de cada nombre hay una novela? Detrás de cada nombre y de cada apellido hay muchas novelas, pero no todas llegan a la librería. ¿Y detrás de cada escritor, hay un anarquista? En el mundo de los escritores hay un gran abanico de perfiles políticos. Entre ellos, desde luego, hay anarquistas. ¿Cuánto determina lo que somos el tiempo que nos toca vivir? Creo que somos el tiempo, pero también el espacio, y también el nombre. Esos son nuestros parámetros. Pero como hijos de la Historia, al final estamos condenados a ser libres y a tomar nuestras decisiones: un mismo tiempo da pie a infinidad de respuestas. Le han comparado con Galdós. ¿Ha empezado a verse distinto en el espejo? No, no, sigo poniendo la misma cara [risas]. También me han comparado con_Baroja, pero cuando me miro, siempre me veo con la perilla y los pelos de Georges Perec. ¿Será verdad eso de que la difícil no es la primera novela, sino la segunda? Yo creo que la difícil de verdad tiene que ser la última. Pero espero que no sea esta...
