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Cultura

"Para poder hacer lo que uno quiere hacer, tiene que hacerlo uno"

Ya, sobre el escenario, el actor de ‘Lluvia constante’, Sergio Peris-Mencheta, reconoce que es mejor crear el personaje «en comunión» con los que comparten cartel con él.

el 14 dic 2014 / 08:55 h.

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Imagen-Sergio-Peris-MenchetGracia Elena Miranda {La afabilidad de Sergio Peris-Mencheta me animó a comenzar preguntándole: ¿En el mundo del teatro, tal y como están las cosas, qué hay que hacer para que no se olviden de uno, o es cuestión de suerte? –Yo creo que estamos en un momento jodidamente puñetero, en el sentido de que hemos tenido que abandonar la comodidad, pero también estamos en un momento maravilloso para redescubrirnos todos. Cuando uno decide dedicarse a esto, tiene que estar dispuesto a asumir su parte creativa. A un actor, en este país, lo entendemos como el que interpreta la partitura escrita por un autor, a través de la mirada de un director, con lo cual ni pincha ni corta. Y el actor es algo más que eso. Desde el momento en que no te llaman para trabajar o los proyectos que hay son más de lo mismo, la historia del chico conoce chica pero hay una tensión, porque una es Julieta y el otro es Romeo; entonces, hacemos Velvet, Isabel, todas las series con el mismo formato. Si tienes la posibilidad de poder elegir, terminas eligiendo lo que uno quiere hacer y, para hacer lo que uno quiere hacer, tiene que hacerlo uno. Me explico, tienes que montar tu propia productora, tienes que convertirte en director, en dramaturgo, en iluminador, en prácticamente todo. Si no tienes una visión global, te vas a terminar comiendo los mocos. Estamos en un ámbito artístico, que se presta mucho a que uno se conozca a sí mismo en varios terrenos y, considero que la manera de que no se olviden de uno tiene que ver mucho con que uno mismo no se olvide de uno mismo, es decir, con estar constantemente acordándote de por qué elegiste ser actor.   –¿Por qué? –Para mí, hay dos razones principales para ser actor y vivimos las dos de una manera esquizofrénica. Una tiene que ver con contar lo que pasa, de vaciarte de ti para llenarte de un personaje, aprender de él, y contar una historia en la que crees. No hacer de Hitler en una película que lo defienda, sino hacer de Hitler en una película que critica a Hitler, es un ejemplo burdo; con hablar de lo que pasa, defendiendo el punto de vista, que tú consideras. Luego, hay otra línea, la vanidosa, la de quiero ser actor para que papá y mamá me quieran más, llevarme un premio, hacer una alfombra roja o una portada en una revista. Eso también es, pero las dos cosas se dan de leches. Profundizar en lo que tiene que ver con vaciarse para encarnar personajes, se da de leches con estar haciendo portadas, porque uno crea un personaje que ya no vende otra cosa, más que eso, y la gente ya no compra otra cosa más que lo que vende ese personaje. La gran industria del cine y la de la televisión crean productos, pero les interesan una mierda. Crean perfiles, ah mira, Robert de Niro, Tom Cruise, haciendo de Tom Cruise y, de vez en cuando, él trata de hacer cosas distintas pero, bueno, está tan vendido el personaje de Tom Cruise, que ya poco importa, que me haga lo que quiera, yo voy a ver a Tom Cruise. Y te lo dice un espectador de él. Como creador me gusta un tipo de cosas, pero como espectador no puedo evitar ir a una película de palomitas, porque me lleva al niño que fui. El problema es que si uno está permanentemente persiguiendo el éxito, una de dos o no lo consigue y termina frustrado toda su vida, porque es una montaña que no tiene cima; o, si lo consigue, termina o meditando en la India o suicidándose o metiéndose de todo para encontrar esa felicidad que se suponía que tenía que encontrar con el éxito.   –Los de mi quinta lo recordarán por la serie prototípica, Al salir de clase. –Cuando empecé en esa serie, ya había hecho teatro, pero no te quedaba otra que defender ese prototipo, aunque fueras un chaval de 20 años. Y luego te preguntan, ¿no crees que te estás encasillando? No, no me estoy encasillando yo, han creado un molde y, permanentemente, me llaman para que rellene el molde, pero el molde está creado por la industria.   –¿A la hora de prepararte este personaje has sido intuitivo o has visto otras adaptaciones? –No, no me gusta ver otras cosas. Prefiero ver qué pasa con el grupo humano que se crea y, en general, yo funciono al revés de cómo debería, y es una manera muy sana de funcionar. Se tiende a pensar que cuando tienes que interpretar, por ejemplo, a César Borgia, tenemos que empaparnos de todo lo que le pasó en su vida, cómo era su carácter y luego, interpretar a un sádico, un depredador y acabas haciendo un cliché. Para mí, el personaje hay que crearlo. Igual que en la vida, yo no soy igual hablando contigo que con mi madre, pero la suma de hablar con mi madre, contigo, con Roberto y con todas las personas que conozco definen mi carácter. Me parece más interesante crear al otro. Por eso, en Lluvia constante, si creo a Dani [Roberto Álamo], automáticamente, me voy a colocar en Rodo [el personaje que representa] y si creo a su mujer, voy a aportarle otro matiz a Rodo, pero también Vero es ella con respecto a Rodo. Y eso me parece más interesante.   –En el trabajo de mesa, ¿os ha exigido mucho David Serrano, el director? –La palabra exigir es propia de los directores, porque un director exige y, además, tiene el cuadro pintado en la cabeza antes de pintarlo y, como decía Dalí, si lo tienes pintado antes de pintarlo, lo mejor que te puede pasar es que no lo pintes. David no. Él está dirigiendo teatro, pero no se considera director, sino un aprendiz. Entonces, nos ha dejado mucha libertad y no venía más que con un texto, sabiendo lo que quiere contar, pero no cómo, y nos ha utilizado, como un actor necesita que lo utilicen, abriendo el melón con él y comiéndolo juntos. Un director acota. Él me decía: «Cuidado Sergio, que estás haciendo de Dani y no te toca». –¿Hasta cuándo vais a estar de gira? –Acabamos de arrancar, realmente, y lo más fuerte lo tenemos en enero. Bilbao, Logroño, Pamplona... O sea, que va muy bien. Siempre que investigo sobre algunas de las obras que se representan en Sevilla, me topo con el rellano de un Centro de Artes Escénicas (ubicado en el madrileño barrio de Chamberí) y quería conocer más de cerca la labor que está realizando, ¿los teatros del Canal son la gran centralita del teatro, a nivel nacional, tal y como se muestra en la red? «Tiene algo muy potente que es que, ahora mismo, son los que mejor funcionan a nivel de difusión y esto para el teatro es esencial. Es decir, tú puedes llenar el Matadero (sala de teatro de Madrid), a golpe de boca a boca, como nos pasó con Un espacio invisible de este mundo. En el Canal no hace falta esa difusión porque está todo Madrid empapelado de Lluvia constante o de otras obras. Luego además, tienen otra serie de datos, que ya lo quisiera el clásico, y el clásico llena, siempre, con los colegios o institutos. Los del Canal se aseguran el aforo». El del Central, sin empapelar Sevilla, la noche siguiente a esta entrevista fue también, ovacionalmente, asegurado. Y Sergio Peris-Mencheta se despidió, con la misma gran sonrisa con la que se presentó, idéntica a la que me había contagiado. ~

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