Cultura

Guillermo Pérez Villalta confía su ingente legado artístico al CAAC

Expone 'Souvenir de la vida', un recorrido por la larga trayectoria del pintor tarifeño a través de más de 200 piezas como óleos, dibujos, mobiliario o fotografías.

el 11 jul 2013 / 15:21 h.

Fotogalería: Exposición de Pérez Villalta en el CAAC

El pintor tarifeño Guillermo Pérez Villalta, explica el significado de una de las obras de su exposición "Souvenir de la vida. EFE
Pérez Villalta vuelve al CAAC, pero esta vez no se trata de una exposición más: el artista tarifeño ha comenzado la donación en vida de su legado artístico al centro del Monasterio de la Cartuja –28 obras ya entregadas, 269 en depósito, 527 en proceso de catalogación, que llegarán hasta el millar–, y para celebrarlo nada como una gran exposición capaz de mostrar la coherencia y la evolución de su obra durante cuatro décadas. Souvenir de la vida es el título de la muestra que se inauguró ayer, y en la que este destacado representante de la Nueva figuración madrileña –aunque nació en Tarifa en 1948, y reside actualmente en la misma localidad– pone de manifiesto su solidez teórica y su versatilidad como creador, pues se incluyen en el catálogo pinturas, dibujos, grabados, fotografías, mobiliario, cerámicas y joyas diseñadas por él, archivos y objetos, todo ello procedente de su colección personal, lo que en palabras del comisario, Óscar Alonso Molina, permite afirmar que el artista “es su mejor coleccionista”. “No he sido una persona que haya ido haciendo simplemente cuadros: todo tiene un significado”, asegura el tarifeño. “Creo que mi pensamiento es un legado tan importante como mis obras, todo es una reflexión sobre la vida y el arte”, agrega. Cabe destacar el diálogo que se establece entre obras pertenecientes a épocas muy distintas, y cómo todas contrastan a su vez con los distintos espacios en que se ubican. “Quiero que veáis y que penséis, que no os limitéis a proyectar una mirada superficial sobre estas obras, sino que meditéis cómo repercuten unas y otras en vuestro cerebro, que os hagan plantearos cosas”, dice. La homosexualidad es uno de los temas que Pérez Villata aborda amplia y gozosamente, cosa poco frecuente en el arte contemporáneo español. Dibujos de explícita y provocativa lubricidad comparten espacio con una muestra de su colección de muscle bears, muñequitos infantiles que responden al modelo de varón hirsuto y voluminoso, todo lo contrario del moderno metrosexual. O una selección de su colección de postales, reunidas  “No me gustan las representaciones mariquitas de la realidad. Hay tíos muy tíos a los que nos gustan los tíos-tíos”, subraya entre risas. Pero en la obra de Pérez Villata hay mucho más: noches canallas de los 70 ansiosas de libertad, místicas ambiguas y búsquedas bizarras, cuestionamientos de los postulados clásicos, ciudades de referencia –entre las que se incluye, cómo no, Sevilla– y universos oníricos, inaprehensibles como gotas de mercurio.

“Los de la movida madrileña se inspiraban mucho en mí: Alaska, Carlos Berlanga, venían a mis exposiciones, Pedro [Almodóvar] fue amigo mucho antes de ser famoso. Teníamos un punto frívolo que me divertía, pero sobre todo habría que hablar del espíritu, que desapareció pronto, en el 83 ya había pasado... Era un mundo en el que cogíamos cosas de todas partes, lo hacíamos todo como fuera: yo no estudié Bellas Artes, empecé sin más. Hay que vivir la juventud para aprender”, apostilla el artista.

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