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Economía

Persán juega en el campo del Eibar

Norteño campo el del Eibar, pequeño, duro de pelar. En él "no caben las florituras sino jugadores aguerridos, tal cual es Persán". El presidente de la firma sevillana de detergentes, José Moya Sanabria, echó mano del símil futbolístico para mostrar cómo ha de afrontar una compañía la crisis.

el 15 sep 2009 / 19:50 h.

Norteño campo el del Eibar, pequeño, duro de pelar, mucho barro, que por esas vascas tierras llueve tela. En él, "no caben las florituras en el juego, sino jugadores aguerridos, tal cual es Persán". El presidente de esta empresa sevillana de detergentes, José Moya Sanabria, echó mano el sábado del símil futbolístico para mostrar cómo ha de afrontar una compañía el actual escenario de crisis económica y el previsible de recesión.

Moya, que impartió en Sevilla la lección magistral con la que se clausuraba la XXIV promoción del Programa Intensivo de Dirección de Empresas (PIDE) de la escuela de negocios Instituto Internacional San Telmo, indicó que a Persán la crisis le había pillado con los deberes ya hechos, y que supo, a Dios gracias, alejar la tentación de caer en el negocio inmobiliario, que reportó jugosos beneficios en años pasados, tantos como disgustos está dando en el presente.

El directivo sevillano, que pese a su dilatada trayectoria dijo sentirse aún "un aprendiz de empresario", explicó a los recién diplomados que, para enfrentarse a los retos, y el de la crisis es uno de ellos, hay en todo momento que conocer las fortalezas de la firma, dónde y cómo puede jugar, y el partido se gana -y él puede aseverarlo, pues su competencia la conforman grandes multinacionales- "si eres bueno y estás especializado".

"Los mercados en el pasado eran menos sofisticados y globales que hoy en día y se podía estar posicionado sin necesidad de ser objetivamente el mejor o estar al nivel de los mejores. El consumidor está cada vez más informado y con mucha más capacidad de acceder a los productos que demanda, de ahí la necesidad de disponer de la tecnología necesaria para lanzar productos de alta cualificación". Esa "sensibilidad" hacia la satisfacción del cliente es uno de los siete valores que ha de tener un directivo, según comentó al alumnado el inventor de las populares pastillas de detergente Puntomatic.

Los otros seis, agregó, son la identificación con la compañía, que lleva implícita "la capacidad de trabajar duro y hacer propios los objetivos", la visión del negocio, conociendo el entorno para poder anticiparse; la orientación hacia la consecución de resultados concretos; la automotivación; aprovechar al máximo las capacidades personales, y ser capaz de dirigir equipos, personas.

Sobre esta última pieza, el presidente de Persán resaltó que el empresario es básicamente un "conductor de hombres" y las compañías son más competitivas si consiguen tener potentes estructuras humanas. ¿Y por qué aprendiz de empresario? Porque la formación permanente es vital en la trayectoria profesional, "por muy alto que se esté".

Y precisamente sobre la permanente actualización de conocimientos habló, en el mismo acto, el director general adjunto del Instituto Internacional San Telmo, Antonio Villafuerte. Indicó que, en un contexto de crisis económica, es cuando se necesitan, más que nunca, empresarios y directivos con una formación "sólida, vocación, creatividad y entusiasmo". "Personas como vosotros", espetó señalando al medio centenar de diplomados del PIDE.

"Creo firmemente en lo que he dicho y hecho". José Moya dio a los alumnos de San Telmo la bienvenida al "apasionante mundo de la alta gestión". Eso sí, bromeó, a partir de ahora quizás "os resulte difícil conciliar el sueño", pero tiene sus gratificaciones, entre ellas el desarrollo personal y el saber que se está contribuyendo al desarrollo económico, social y territorial.

Moya habló poco de su compañía, más de cómo han de ser, en su opinión, los empresarios y directivos. No deben verse jugando en campos de primera, con jugadores cotizados, pues las crisis, como la actual, revelan que el partido al final se libra en campos con barro, que resbalan, de ahí que no valgan las florituras sino que hay que acertar con los pases, las jugadas. Como en el campo del Eibar.

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