Ya está España en semifinales después de derrotar, por vez primera en la historia, a Francia en un partido oficial. Y lo hizo con una autoridad y una parsimonia pasmosas, quizá hasta aburrida para el espectador imparcial, pues es tan tiránico el control que la selección tiene sobre el juego que empequeñece a los rivales hasta límites irreconocibles.
La posesión fue abrumadora y la presión sobre el rival cuando tenía el balón, asfixiante, si bien se echó en falta algo más de verticalidad y remate, el que perdemos sin Villa, al que Del Bosque es más proclive a suplir con un falso nueve para ejecutar su plan.
Primero desgastar, hacer correr al rival detrás de la pelota, y luego darle la puntilla. Todo fluyó conforme a lo previsto gracias a la excepcional internada de Jordi Alba en el 19’ que Xabi Alonso rubricó con el 1-0.
Con el partido maduro, Del Bosque –que sabe muy bien de qué va la cosa– volvió a acertar con los cambios: Torres pudo hacer el 2-0 si no le pitan un inexistente fuera juego y entre Cazorla y Pedro cocinaron el penalti definitivo. Francia remató una vez a puerta. C’est fini, au revoir.... ahora que pase Cristiano.
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