El equipo artístico de 'Lucia di Lammermoor', ayer en el Maestranza.Tras el intenso concierto inaugural de esta edición del Festival de Música Antigua en el que B'Rock (Orquesta Barroca de Gante) y la Orquesta Barroca de Sevilla se midieron primero y compartieron escenario después, el certamen dispuso el pasado sábado un recital pequeño en efectivos aunque grande en alcance, el que ofrecieron en el Espacio Santa Clara el clavecinista brasileño Nicolau de Figuereido y el legendario contratenor francés Dominique Visse.
La música de Purcell vertebró un exigente programa en el que un impávido Figuereido evidenció que es uno de los teclistas más sobresalientes de su generación aunque, incomprensiblemente, la gloria discográfica y la celebridad de la que gozan algunos de sus colegas le haya pasado, hasta la fecha, de largo. Sin apenas roces, con un gusto contenido por la ornamentación y haciendo gala de esa claridad en los diversos planos que se escurre a tantos clavecinistas, fue la suya una interpretación soberbia que se recreó en las piezas a solo de Byrd, Purcell y Storace.
Por su parte, Dominique Visee mantiene en su voz buena parte de la belleza de antaño, pero sus versiones, poco ortodoxas, abruptas en los cambios de tesitura y desenfadadas lo sitúan más cerca de músicos como Marco Beasley por su indisimulado gusto por la prosodia y el abordaje de la música desde una óptica popular, lo que no siempre redunda en su beneficio. Con todo, el O Solitude de Purcell que brindaron ambos artistas redondeó un momento para el recuerdo.
Visto con cierta perspectiva, sigue resultando sorprendente la acogida que la música renacentista y barroca ha obtenido en nuestra ciudad al abrigo de las estupendas formaciones que en ella han surgido en los últimos tiempos. Esto tiene su correlato en el FeMAS en los conciertos matinales de los fines de semana, el primero de los cuales se destinó a presentar el último registro discográfico del grupo More Hispano, liderado por Vicente Parrilla, Glosas.
Hasta seis flautas renacentistas, una bajo, dos tenores, dos altos y una soprano, llegó a tocar el creativo músico en un rico repertorio de música de alcoba del siglo XVI escrita a cuatro voces. Una oferta sobria y disciplinada, acaso demasiado rutinaria a pesar de las múltiples posibilidades en timbres y ornamentación que ofrece el género. Parrilla debería ser más atrevido, abandonar las digitaciones a las que nos tiene acostumbrados y experimentar con nuevas variantes y agilidades. No obstante cada instrumentista dio sobradas lecciones magistrales en armonía, contrapunto y articulación, destacando el vuelo lírico y la sedosidad de Johanna Rose en la viola de gamba, especialmente en Chi me dara piu pace de Marchetto Cara, si bien la pieza que logró un acabado más impecable y sorprendente fue el Une jeune fillette que Montserrat Figueras popularizó en la banda sonora de la recurrente Todas las mañanas del mundo.
Por su parte el excelente laudista Miguel Rincón, también componente del conjunto, fue el protagonista en solitario de un didáctico segundo concierto matinal en torno a las Partitas para violín de Bach cuyas versiones originales se pudieron disfrutar en la noche del domingo a cargo de la japonesa Midori Seiler, precedidas de las prodigiosas Suites para violonchelo en interpretación de Iagoba Fanlo.