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Qué cruz con las esencias

el 04 abr 2012 / 14:44 h.

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Imagino que los primeros sevillanos que vieron desfilar pasos por las calles de Sevilla hace ya no sé cuántos siglos se llevarían las manos a la cabeza ante semejante falta de decoro y respeto a las normas. Por eso, las críticas a la decisión de la Hermandad de la Vera-Cruz de hacer estación de penitencia sin sus imágenes y sí con uno de sus titulares (qué de cosas se aprenden cada año en Semana Santa, por Dios), el Lignum Crucis, eran algo más que esperable. Una parte importante del mundo cofrade, con su presidente del Consejo de Cofradías, Adolfo Arenas, a la cabeza, se ha mostrado escandalizado. La imagen del cortejo de la Vera-Cruz ha sido calificada de hecho insólito en la Semana Santa, una "improvisación". Y por ahí sí que no pasan los guardianes de las esencias.

Si la Vera-Cruz ha demostrado cuáles son los motivos auténticos por los que una hermandad debe salir a la calle, se me escapa e incluso diría que no es el meollo de la cuestión. Prefiero pensar que todas las hermandades que conforman la nómina de la Semana Santa hacen estación de penitencia no con el fin de lucirse, sino movidas por la fe y devoción a lo que sus imágenes representan... La decisión pues de la Vera-Cruz habría que analizarla tal y como les gusta a los cofrades, desde el más estricto cumplimiento de las reglas. Y la Vera-Cruz tiene al Lignum Crucis (literalmente madera de la cruz, una reliquia del cristianismo que se refiere al madero supuestamente usado por los romanos para crucificar a Jesús) como uno de sus titulares, lo que le da la venia para salir en procesión. De hecho, todos los años, esta reliquia forma parte del cortejo y nadie se lleva las manos a la cabeza.


Vera-Cruz ha hecho lo que sus normas le permiten. Ni más ni menos. Pero dicho esto, me hago dos preguntas. Y la primera es: ¿se abre la veda para convertir esto ahora en una nueva moda dentro de la Semana Santa? No quiero pensar que las hermandades anden rebuscando entre su patrimonio alguna reliquia que incorporar al cortejo y a la lista de titulares... Y segundo: ¿es posible una Semana Santa sin pasos? Como posible claro que lo es, pero no creo que el atrevimiento de la Vera-Cruz deba ser interpretado como un aldabonazo para abrir este debate. En puridad, el Lignum Crucis es una imagen más de la hermandad.

Si para algo ha servido la instantánea para la historia del Lignum Crucis es para demostrar que no todo en la Semana Santa de Sevilla son excesos, pirripitidos y exhuberancias. Pero, sobre todo, ha puesto de manifiesto que en la Semana Santa debe caber todo: la alegría más explosiva y la sobriedad más absoluta sin que ello chirríe. A la Semana Grande de la ciudad le empiezan a sobrar agoreros, entendidos y profetas. Es lo que es y la Vera-Cruz no ha cometido ni una indecencia ni ha marcado el camino por el que deben seguirle el resto. Ha sido un hecho insólito que como tal debe recordarse. Esa es la grandeza de esta fiesta en la que se mezclan tantas cosas y todas ellas tan distintas.

Aguardo con impaciencia las primeras valoraciones del Arzobispo de Sevilla sobre lo ocurrido el Lunes Santo. No sé por qué pero tengo el pálpito de que no le ha disgustado la estampa (recordadas son sus palabras cuando un tarado le arrancó el brazo al Gran Poder: "La profanación de un Sagrario es más grave que la de una imagen"). En cualquier caso, sean cuales sean sus valoraciones, la cordura debe imponerse. El debate en los círculos cofrades y no tan cofrades empieza a subir decibelios. Y ya se sabe: entre el ruido es difícil distinguir los sonidos. Buena estación de penitencia a los que logren hacerla estos días.

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