¿Qué sucedió en Belén?

La Hermandad de la Soledad vuelve a dar vida a la historia del nacimiento de Jesús

IMG-20141206-WA0003Colas y frío. Mala combinación, pero nada que no se pueda resolver con un chocolate caliente o un sorbito de anís. Fría espera que no sirve como preludio para el bullicio que espera detrás del arco de entrada, donde comienza la magia y el cuerpo se olvida del tiempo. Pero del cronológico incluso, porque si se deja volar la imaginación, uno puede sentirse protagonista de la historia más grande jamás contada, la de la Navidad, representada desde el viernes y hasta hoy por la hermandad de la Soledad de Alcalá del Río en Sucedió en Belén. Muchas de las caras que componen los grupos llegan hasta a resultar familiares. El público es recurrente año tras año y en aumento –8.820 visitantes el pasado año y con vistas a superase en esta edición–. El que va repite y lo cuenta y al año siguiente va acompañado casi de un grupo entero. Y además se acude esperando con entusiasmo la sorpresa, como si hubiera lugar a un desenlace diferente de la historia. Pero es que es tan real, que se ha convertido en cita obligada para muchos como manera de entrar en calor en el espíritu navideño. La propuesta va ganando en verosimilitud. Un joven con estudios en interpretación ha estado trabajando con los figurantes las posturas, los gestos y los tonos de los textos que tenían que aprender y recitar, convirtiendo el recorrido en una sesión de teatro callejero que sumerge al espectador aún más en la movida. ¡Y el coro de la escuela cantando en hebreo! Ahí ya sí que el respetable se pierde creyendo estar en ese punto de Oriente Medio y allá por el siglo I. Despiste solo desmentido por los innumerables móviles levantados al cielo recogiendo cada detalle, cada diálogo, cada momento. La iluminación, más artística, y el sonido, mejorado, favorecen también la creación de ese clima épico. Gracias a estos efectos, a la escena de la aparición del ángel anunciador tan solo le falta que el chico vuele, causando bastante simpatía entre los adultos y algo de respeto en los niños. Toda una serie de mejoras detrás de las que siempre están esos pequeños que tanto disfrutan durante el recorrido. Esos niños que van a ver el belén viviente con sus papás o que participan como figurantes vestidos de pastores, de niños de Dios, de ángeles o de escolares hebreros. Esos niños que alucinan con la llegada de los tres Reyes Magos, a los que incluso les pueden entregar las cartas.

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