Rafael Parra tiene en Bollullos la segunda mayor colección del mundo de lápices

Si alguien pide un lápiz a Rafael Parra seguro que siempre tiene uno a mano. Y más de 4.000 para elegir. Este vecino de Bollullos de la Mitación siente tal admiración por el instrumento de madera que lleva 20 años recopilando lápices de todas formas, colores y procedencias.

el 17 jul 2010 / 18:07 h.

Rafael Parra muestra algunos de sus mayores lápices.
Pero se centró en una especialidad: los lápices de madera con la mina negra, nunca de color. Todos clasificados e identificados con esmero en un fichero informático. Dentro de ese mar de lápices es capaz de encontrar uno en tan sólo 25 segundos. Cualquier marca, forma, color o familia está cuidadosamente clasificado. La madera todavía permanece intacta ya que nunca se les ha sacado punta.


Su principal herramienta para esta colección es internet. Ser el primero en los buscadores ayuda mucho. Personas de todo el mundo se ponen cada día en contacto con él para mandarle piezas o intercambiarse modelos. "El intercambio es básico en mi colección, y a través de fotografías mostramos los lápices que nos interesan y luego los mandamos por correo", cuenta. Según él, tiene contacto con todos los coleccionistas del mundo, unos 25.

Es tal su afición a este mundo del coleccionismo lapicero que conserva todos los sobres con los que recibe una buena parte de su repertorio, procedente de todo el mundo. Muchos son donados y otros comprados por él. Su familia y amigos, conocedores de su pasión, le regalan lápices. "Mi cuñado me trajo hace unos días 30 lápices de México, porque entre todos me ayudan a completar mi colección", continúa. Los domingos por la mañana no falta a su cita en la plaza del Cabildo de Sevilla, donde rebusca en el mercado de coleccionistas alguno que se le haya pasado por alto.

En las papelerías y fábricas de lápices ya le conocen. Es difícil encontrar a una persona con 4.400 lápices en su haber. De hecho, su colección es la primera de Europa y la segunda del mundo. Sólo le supera Emilio Arenas, en Uruguay, que tiene en torno a 10.200 ejemplares. Pero el no quiere obsesionarse con una cifra: simplemente disfruta ordenándolos y colocándolos con esmero es sus paneles de exposición.

Entre sus muchas selecciones, confiesa que su favorita es la de los países. Un inmenso panel recoge lápices de hasta 42 países diferentes. Entre ellos está el primero con el que comenzó su colección, un lápiz de madera, con la cabeza de Pinocho y los colores de la bandera de Italia. En el de Egipto puede leerse el alfabeto egipcio. El de Colorado tiene en su interior piedras del mítico cañón del lugar. "Cada lápiz trata de representar la cultura del país, son una maravilla", asevera. Otra de las familias son los de golf: lápices de pequeño tamaño conseguidos en cientos de campos de golf de todo el mundo. Pero no puede evitar mostrar su predilección por los de carpintero. Todos son rectangulares y con la mina de la misma forma. Son los usados en la obra y en trabajos de carpintería, ya que su trazo se define mejor.

Este coleccionista trata de compartir su afición en los colegios, donde enseña a los niños las herramientas básicas para recopilar. "Hay que seleccionar sólo un tema, el que te guste", sugiere. En su blog lo deja claro: "Quiero animaros para que empecéis a coleccionar lo que os dicte vuestro corazón".

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