La presencia de Joaquín Caparrós, este Lunes Santo, en el Sánchez-Pizjuán marca los días previos al partido contra el Mallorca. Cada vez que el utrerano pisa su césped, todos los focos se dirigen hacia él. Ahora, muchos incluso le ven como técnico del Sevilla la próxima temporada, con permiso de Míchel. Caparrós está llamado a volver, tarde o temprano, a su club. En él fue donde inició su trayectoria como entrenador de élite, gracias a la confianza que depositó una persona: Roberto Alés.
"Joaquín ha logrado hitos importantes, porque subió al club a Primera y, además, lo clasificó dos años seguidos para Europa, con lo cual queda dicho todo. Va a ser muy difícil de conseguir un entrenador de su talla", comentó en su día el que fuera presidente de la entidad desde el 10 de febrero de 2000 al 27 de mayo de 2002 y principal responsable de la contratación del utrerano.
Ahora, casi doce años después, Roberto Alés recuerda aquella época en la que Caparrós se hizo cargo del plantel. Una decisión arriesgada para un club con serios problemas económicos y que necesitaba regresar a Primera sin dilación. "Joaquín llegó porque a uno se lo recomiendan. Su representante era amigo mío, Pepe Castro le conocía... Nos habían hablado de él. En realidad, con Joaquín nos la jugamos y, por suerte, acerté. Bueno, acerté yo y también la junta directiva que había entonces apoyando esa apuesta", cuenta sobre lo que a la postre fue un éxito para el Sevilla, germen de lo que luego sería un gran crecimiento a nivel deportivo e institucional.
Una de las razones que llevaron a Alés y su grupo de colaboradores a tomar la decisión de fichar a Caparrós fue la impresión que éste le causó en su primer encuentro cara a cara. El técnico se había forjado en los banquillos del fútbol modesto. Su paso por el Recreativo de Huelva -equipo al que rescató de la Segunda B para asentarlo en Segunda A- y por el Villarreal -muy fugaz, pues sólo estuvo siete jornadas- era lo más destacado de su currículum. Alés, lógicamente, tenía sus dudas, pero se decidió y finalmente apostó por él.
"La verdad es que cuando hablamos por primera vez me pareció un tío honrado y trabajador. Me gustaron su forma de ser, sus ganas, la ilusión que transmitía... A mí me salió bien la apuesta porque Joaquín es una persona tal como yo me pareció; honrada y trabajadora. Aunque ya sabemos que en el fútbol uno nunca las tiene todas consigo, ya que hay muchos factores que influyen en que las cosas salgan bien o mal y quieras o no era una incógnita. Pero, por suerte, acertamos", dice el expresidente.
DESDE LA DISTANCIA. En mayo de 2002, Alés dejó el cargo para dar paso a José María del Nido. Caparrós siguió al frente del equipo y más tarde puso punto y seguido -difícilmente será final- para emprender nuevos retos: Deportivo de La Coruña, Athletic, Neuchatel y Mallorca, equipo que este lunes se enfrenta al Sevilla. Alés ha seguido con mucha atención la trayectoria del utrerano y se felicita por haber visto que su entrenador y, sobre todo, su amigo disfruta con lo que hace.
"Me alegro muchísimo de que Joaquín haya triunfado. Le deseo la mejor suerte del mundo en su profesión, quitando el partido de esta semana, porque, lógicamente, yo quiero que gane el Sevilla. Luego, todo lo mejor para él, una persona a la que guardo un gran cariño", comenta Alés, el hombre que en su día, como él dice, se la jugó dando las riendas del equipo a un técnico casi desconocido en un momento muy delicado para la entidad.
El tiempo ha dado la razón a Alés: al Sevilla le ha costado conseguir un técnico de la valía de Caparrós. Su buen hacer, su carisma y su sevillismo siguen muy presentes en Nervión.