Si al llegar a El Pedroso nos dejáramos guiar por el olfato quizás no sabríamos a dónde acudir. El aroma a chacinas y guisos caseros, a dulces y a la tierra se mezclan en el ambiente en una inmensa feria que hace de todo el pueblo su recinto. La localidad celebra la XIX edición de la Feria de Muestras de productos típicos y artesanales de la Sierra Morena, donde desde ayer, y hasta mañana, este es el escaparate que da a conocer la producción ibérica, artesanal y culinaria de la localidad y de toda la comarca, una cita indispensable para los amantes del buen comer que quieran adquirir productos a unos precios «asequibles y competitivos». Cuando la Banda de Música de Llerena (Badajoz) llegó ayer, haciendo pasacalles, hasta el Mercado de Abastos para la inauguración de la feria, los expositores trabajaban a destajo. Desde bien temprano las calles eran un hervidero de personas, que miraban, preguntaban, degustaban y compraban. Pararon momentáneamente cuando, tras los discursos, se interpretó el Himno de Andalucía, para seguir con el vertiginoso ritmo. El alcalde pedroseño, Manuel Meléndez, afirmó que «tras casi dos décadas de celebración esta es la feria más importante de Andalucía». Las cifras así lo certifican: más de 80.000 personas pasaron por la muestra en la pasada edición, y esta tiene pinta de superarla. La feria no se limita a la localidad, por ello incluye a la Sierra Morena en su nombre. «Trabajamos para que esta actividad beneficie a toda la comarca. Así también gana en auge y en repercusión». A pesar de la crisis, cada año «son más» los productores y empresarios que quieren participar. Este año se superan el centenar de empresarios, divididos entre la muestra gastronómica en el mercado y la de artesanía y productos agroalimentarios en el polideportivo. «El Ayuntamiento hace un importante esfuerzo para potenciar esta feria, porque es el mejor apoyo que podemos brindar al pequeño y mediano comercio». Algunos de ellos «centran las principales ganancias del año en este puente». Los negocios también sacan su venta a la calle. Como también lo hacen muchos particulares que desde el zaguán de su casa venden productos elaborados con recetas tradicionales y habilidades artesanales. Por cualquier punto del pueblo hay puestos que ofrecen lo mejor de la tierra, como aceite y aceitunas, derivados del cerdo, miel, dulces típicos artesanos, nueces y castañas que unos niños venden a un precio fijo y que algún avispado intenta regatear. Puestos donde se mira y se prueba, porque no hay mejor reclamo para la venta que saborear lo que se ofrece. «Mucho se prueba y poco se compra» se queja en broma un vendedor en el Mercado de Abastos cuando le quitan de las manos el queso, el jamón y el mosto que ofrece a los curiosos que miran y comparan precios en su puesto. Aunque reconoce que se vende «y bastante, para como está la cosa». Pero esta Feria de Muestras no solo consiste en comprar y comer. Hay visitas guiadas al patrimonio histórico y artístico del municipio, como la parroquia de Nuestra Señora de Consolación, con obras de Martínez Montañés. Las siempre sorprendentes exhibiciones de aves rapaces se suceden en la plaza aledaña al templo, como también se desarrollan exhibiciones caninas de la Unidad de Rescate Alpesa en la carpa situada junto al polideportivo. La producción de aceite en la almazara local o la fabricación de pan artesano en la tahona son curiosas visitas que completan el circuito. Un completo plan para un largo puente.