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Saciando las ganas de las cofradías

el 04 abr 2012 / 20:45 h.

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No sólo todos los vecinos de Nervión se dieron ayer cita en el entorno de la parroquia de la Concepción. Las ganas de cofradía, conjugadas con un parte meteorológico favorable, pese al cielo encapotado, animaron a muchos sevillanos a tomar el Metro y presenciar la salida de la hermandad de la Sed, que pudo presumir de nuevo palio. Sin querer mirar al cielo, se abrieron puntuales las puertas del templo. Desde el interior empezaron a salir los 1.650 nazarenos de esta cofradía, una de las que recorren un trayecto más largo para llegar a la Catedral. En cuanto el crucificado de Álvarez Duarte se asomó, con potencias y corona de espinas, a la calle que lleva su nombre, el público respondió con una cerrada ovación: por fin había un paso en la calle. Hundido en el monte de claveles rojos, comenzó la revirá obligada a los pies de la rampa. "¡Mira, ya está en alto!", indicó un costalero de refuerzo que presencia la salida desde lejos. Y es que el prioste lo elevaba mientras el paso seguía avanzando.

"¡Otro año más!", se saludaban las mujeres que iban de promesa tras el crucificado y que sólo comparten ese rato de penitencia a lo largo del año. "Asun", llama por teléfono una de estas mujeres entre lágrimas: "El Cristo ha salido con el ramo de tu hermano. ¿Lo has visto?". Teresa Gutiérrez, en cambio, opta por las sillas. Como todos los años, desde "hace cuatro o cinco", alquila una de las sillas que coloca la hermandad en la puerta de la parroquia para recaudar fondos para la bolsa de caridad. Así, por doce euros, se asegura un lugar privilegiado tanto para la salida como para la entrada. Además, "la veo en las sillas de la Carrera Oficial y después me vengo para verla entrar".

No tuvo que esperar mucho rato para presenciar la salida del palio de la Virgen de Consolación y ser de las primeras en ver las nuevas bambalinas que ayer estrenaba la dolorosa. Las manos de Charo Bernardino y sus hijas, Reyes y May, el trabajo de Fernando Marmolejo y de Fernando Aguado han intervenido en la confección de esta obra de artesanía que combina oro fino, piedras preciosas, cristales de Swaroski, tallas de madera y piezas de orfebrería y que brilló bajo los rayos de sol que se hicieron hueco entre las nubes pasado ya el asilo de San Juan de Dios. "Lo veo muy bonito. Estoy muy contenta porque en la hermandad ha gustado mucho", comentaba la bordadora a la que el capataz cedió el martillo para llamar al palio de la Virgen de Consolación en su primera levantá en la calle. Le siguieron el repique de campanas desde la torre de la parroquia y una espectacular petalada que tuvo eco a lo largo de todo el recorrido por la calle Cristo de la Sed o desde cada balcón de Cardenal Lluch, donde los pequeños Fran y Ángela se estrenaron lanzando pétalos rosas a la dolorosa de ojos azules que talló en 1969 Dubé de Luque. El Miércoles Santo se estrenaba con cofradías.

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